Los acusados de asesinar a una mujer de 75 años, propinándole una paliza en Cabanes, el 27 de febrero de 2014, se han negado a contestar al fiscal y al abogado de la acusación particular y sólo han respondido a las preguntas de los abogados de la defensa. Uno de los acusados, Antonio García Carbonell, se ha limitado a negar su participación en el crimen. El otro acusado, Oriol Boyer, ha dicho que "sería incapaz de hacer algo así" y sólo ha reconocido que el día antes viajó con García Carbonell hasta Figueres, durmieron en lugares diferentes y, al día siguiente por la noche, se marcharon juntos de vuelta a Mollet. Ayer, miércoles, también declararon los forenses que hicieron la autopsia a la víctima. Los forenses recordaron que la mujer murió en el hospital días después de haber recibido la paliza. Los doctores sabían, por los informes médicos, que a la mujer la habían atado de pies y manos con bridas de plástico, le habían puesto un calcetín en la boca y estuvo horas a la intemperie antes de que la encontraran. Según resaltaron, la autopsia revela que había recibido múltiples golpes, sobre todo en la zona de la cabeza y en la parte alta del tronco. Tenía una clavícula fracturada y costillas rotas. Sin embargo, las heridas mortales fueron los traumatismos craneoencefálicos. Por otro lado, durante el juicio también han declarado hasta siete especialistas en psicología y psiquiatría que han evaluado el estado de los dos acusados. En relación a Antonio García Carbonell, las profesionales han afirmado que no reconocía su participación en los hechos y mostraba siempre un relato "victimista". También han resaltado que García Carbonell "exageraba" su deterioro físico y mental, con desorientaciones temporales y espaciales. Las psicólogas, sin embargo, no pudieron profundizar en su estado mental porque no le pudieron hacer pruebas al ser analfabeto y no tener las competencias necesarias para leer y responder los tests. Las profesionales que evaluaron a Oriol Boyer en el centro penitenciario han explicado que tiene características compatibles con un trastorno de personalidad antisocial, como una elevada impulsividad, baja tolerancia a la frustración y falta de control de su actitud agresiva. Esto, sumado a que tiene una inteligencia límite, no tendría por qué afectar a sus capacidades volitivas ni cognitivas porque "diferencia el bien del mal" y es consciente de lo que hace, resaltan las psicólogas.
