LA MUJER

08 de marzo de 2018 a las 11:32h
La mujer es la razón de ser de todos nosotros, nuestro origen y esencia. De hecho, sin la mujer no hubiera habido Humanidad. Es por ello que como tal, de entrada, debe ser objeto de respeto y veneración. La mujer es vida, amor, ternura y sensibilidad. La mujer intuye, ve más allá y se ilusiona con las cosas. La mujer es protectora y cuidadora de quien ama. Sin embargo, y a pesar de ostentar un poder sobrenatural para gobernar las vidas y emociones de todos los hombres, esclavos de nuestros instintos y deseosos de su sensualidad y sus frutos, la Mujer desde los inicios de la civilización renunció a su papel predominante a favor del hombre, quien hasta el día de hoy no ha sabido valorarla en su justa medida y la ha maltratado, a pesar de que, paradójicamente, ha sido objeto de las más bellas obras de arte, poesías y canciones que jamás se han hecho. No obstante, no tiene suficiente la Mujer con tener que luchar en mayor o menor grado contra el machismo omnipresente sino también contra las exigencias de una sociedad estresante y las suyas propias. En este sentido, la sociedad machista impone a la Mujer no solo ser madre, -mágico acontecimiento que debería ser un derecho y no un deber-, sino también ser la mejor esposa, una buena amante, lucir una belleza eterna y/o una atractiva apariencia y, a la vez, esforzarse el doble en el trabajo para ser reconocida como lo sería si su sexo fuera el masculino. Pero, si con todo esto no fuera suficiente, también ella misma, víctima de su inocencia, se empeña en querer encontrar a su Príncipe Azul, el hombre y pareja ideal, padre de sus hijos y guardián de su hogar, pero no sabe que solo era un cuento, que todos somos sapos, con más o menos virtudes, y que nuestro nivel de exigencia está a años luz del suyo, por lo que difícilmente, y a diferencia de ella, nunca podremos darles la felicidad absoluta. Todas estas circunstancias pesan, pero la mujer las supera y las lleva desde que tiene uso de razón, soportando por el simple hecho de ostentar el género más maravilloso una losa injusta que no se merece y, que muy a menudo, limita su potencial y acaba con su ilusión, rindiéndose a las maldades de una sociedad enferma que, a pesar de adorarla, la castiga y sigue maltratando. Aún así, todavía hay un rayo de esperanza y está en las futuras generaciones. Y es por eso que hay que educarlos en la igualdad y el respeto absoluto y para hacerlo todos debemos ser un espejo que dé ejemplo, tanto en las desigualdades e injusticias más aberrantes y obvias como en los gestos que creemos más pequeños e insignificantes. Sirva este escrito como un pequeño homenaje a la Mujer a la vez que os doy a todas vosotras las gracias por existir.

NIL HIERRO

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