Apenas acabábamos de conocer la denuncia de siete menores contra Lluís P.G., Luixi, por abusos sexuales en el marco del centro hípico que regentaba en Arenys de Munt (Maresme) que comienzan a desvelarse detalles escabrosos del caso, según informa El Periódico.
Luixi era un hombre de gran carisma, que utilizaba para captar y manipular adolescentes de entre 12 y 16 años en su hípica, con fines pederastas. "Les pegaban puñetazos en el hombro y rodillazos en el muslo. Les gritaba, las insultaba y les decía que no valían para nada. Yo le he visto tirar piedras a una chica", asegura una testigo.
El presunto pederasta, engañaba a las familias asegurando que sus hijas tenían madera para la doma de los caballos, incluso ofreciéndoles 'clases gratuitas' a cambio de ayuda en los establos. El presunto pederasta, implicaba progresivamente a las chicas con el centro, aislándolas de su entorno familiar y de amigos.
Los maltratos, los abusos, el aislamiento social, eran -explicaba Luixi a las niñas- una terapia de choque para que llegaran a ser unas buenas amazonas. Las niñas se lo creían y lo tenían por un semidiós. Las adolescentes captadas hacían turnos para trabajar en la hípica 'a cambio de nada': limpiaban los establos, limpiaban y alimentaban a los caballos e, incluso, impartían clases a alumnos más pequeños, debiendo responsabilizarse de criaturas de 4 o 5 años.
UN CENTRO A LA MEDIDA DE LUIXI
L'Espiga se inauguró en 2017 entre Luixi y varios socios, pero muy pronto este tomó el control; vivía en una caravana en la misma hípica, caravana que le servía para perpetrar la mayor parte de abusos sexuales y violaciones, que también había practicado en los vestuarios del centro o en su propio coche.

Luixi, con la excusa del naturismo y el animalismo, vivía al margen de la legalidad: revendía caballos sin factura, cobraba las cuotas en negro, no pagaba a hacienda, no había federado la hípica y ni siquiera disponía de la formación necesaria para impartir equitación. "Sabíamos que era un 'mafias' y que debía dinero a la gente", admite Josep Sánchez, alcalde de Arenys de Munt, "pero no lo que hacía con las menores", insiste.
En los últimos tiempos los rumores comenzaron a correr por el pueblo, pero L’Espiga continuaba recibiendo alumnos, hasta el 10 de abril pasado, en que una familia presentó una primera denuncia. Los padres no se explican por qué no notaron nada, por qué dejaron a sus hijas en manos de un monstruo.
TAMBIÉN MALTRATABA A LOS ANIMALES
