Josep Giralt, director del Museo de Lérida: "El Museo forma parte de la sociedad leridana, debemos ser receptivos con sus preocupaciones, sus constantes y sus dudas"

10 de diciembre de 2018 a las 20:41h
¿Cómo valoras la situación actual del Museo de Lérida y de la ciudad culturalmente hablando? La ciudad de Lérida empieza a tener un nivel cultural bastante importante. No solo desde el punto de vista de las propias exposiciones o las actividades vinculadas al patrimonio, sino que la ciudad empieza a tener una programación estable e interesante en los campos del teatro o la música, entre otros. Se empieza a notar que estamos saliendo de la crisis y en el caso del Museo de Lérida también lo estamos notando. Hemos pasado de tener una situación donde en el Museo no éramos del todo capaces de ofrecer una programación estable y continuada, pero nos estamos esforzando al máximo para que este 2018 podamos diseñar toda la programación hasta 2021. Esta programación debe permitirnos que, por ejemplo, cuando surge la ocasión de acoger una exposición como la de los "Presos Políticos en la España Contemporánea" seamos capaces de maniobrar y modificarla según convenga. ¿Tendrá fin el debate sobre la legitimidad de las obras del Monasterio de Sigena? Debemos ser sinceros y, nos guste o no, el Museo de Lérida nace con el tema pendiente del litigio con Aragón. Tengo claro que la política de adquisición y la colección del Museo de Lérida está legítimamente formada y defendida. Nos encontramos con una situación en la que desde Aragón se intenta aprovechar algunas grietas que la Ley de Patrimonio ha dejado sin resolver. Así es como se empieza y se acaban algunos de los litigios fuertes. Por ejemplo, se acaba el litigio de los bienes de la Franja fundamentalmente a partir de la Ley de Patrimonio Cultural catalán, pero en cambio se reabre lo que había sobre las obras de Sigena con el supuesto de una mala praxis en la adquisición de este patrimonio. Como esta ley nunca lo ha dejado claro, detectaron la oportunidad y la aprovecharon. En este caso, en los juzgados de primera instancia se pierde un litigio básicamente porque las ventas son declaradas ilegales. No soy jurista, pero en este sentido, nosotros pensamos que tenemos la razón y por eso nos vamos hasta el Tribunal Supremo. Creo que lo único fastidioso que hay en esta historia es que el sistema judicial español no ha tenido en cuenta que estamos juzgando y tratando con una cuestión de patrimonio y de conservación preventiva. Fíjate que hasta que no ha habido una ejecución provisional y una llegada de la Guardia Civil, que entra en una institución pública, otro juez no tuvo en cuenta los argumentos de la conservación preventiva para suspender una ejecución provisional. Es lo que ha pasado con las pinturas de Sigena del Museo Nacional, y esto ya no tiene vuelta de hoja, no hay posibilidad de que ningún juez de Aragón vuelva a dictar una ejecución provisional. Por lo tanto, las pinturas continuarán en Barcelona hasta que termine todo el procedimiento legal. Siempre he defendido que este procedimiento es el que se debería haber dado en Lérida. Evidentemente también entramos con las dudas y consideraciones de si la justicia no ha actuado del todo correctamente a la hora de permitir la ejecución provisional. ¿Qué papel tuvo la aplicación del artículo 155 en el traslado de las obras que se encontraban en el Museo hacia Aragón? De entrada, la ejecución provisional se hubiera hecho con o sin gobierno catalán. El problema es que no tenemos gobierno, que no hay una reacción política para poder detener esta ejecución y, a la vez, la situación general del país permite que haya un juez temporal que se incorpora el 4 de noviembre y vence el 11 de diciembre. En este período de tiempo, no solo reactiva la ejecución provisional, la cual la juez que había declarado sentencia nunca dio, sino que este la ejecuta y fija la fecha de entrega el último día antes de marcharse, sin aceptar ninguno de los recursos aceptados. Una prueba de este hecho es que cuando ya ha pasado todo -cuando se ha realizado la ejecución provisional, el juez pasante se ha marchado y ya se ha incorporado un juez definitivo- este último presenta dos sentencias, el 4 y el 16 de enero, donde acepta parcialmente los recursos presentados por el consorcio, pero estas ya no tienen efectividad porque ya se ha realizado la ejecución. De alguna manera nos deja con dudas y contradicciones por parte de diferentes juzgados. Como director del Museo, siempre había dicho que esta ejecución provisional se podía haber detenido hasta que hubiera una sentencia definitiva. Si la juez anterior estuvo un año sin enviar a la Guardia Civil, ¿cómo un juez con un mes y pocos días puede resolverlo todo? Lo que hace la aplicación del artículo 155 es impedir que el Gobierno catalán, que es el verdadero propietario de estas obras, no pueda presentar recursos y que lo único que pueda hacer sea el consorcio, con poca fuerza desde el punto de vista político. Aquí se ha puesto la gana con las ganas de comer, es decir, sin tener gobierno ni una referencia política clara no se han presentado los recursos que a nosotros no nos aceptaron. El 155 permitió que no hubiera ninguna reacción política de defensa por parte de los verdaderos propietarios de las piezas. ¿La parte positiva de todo es que el Museo de Lérida ha ganado visibilidad y ha crecido en número de visitantes? Creo que esto ya lo habíamos ganado antes. Uno de los cambios importantes en la defensa que hace el Museo en sus litigios es cuando decidimos explicarlo, ampliamente y con razonamientos fundamentalmente patrimoniales y museológicos. Defendemos nuestra posición y denunciamos algunas prácticas muy parciales por parte del gobierno aragonés. ¿Por qué reclaman nuestras piezas y no otras? ¿Por qué se sigue profundizando en que quien quemó el monasterio fueron los catalanes? ¿Por qué se pone en duda que quienes intentaron salvar el patrimonio lo hicieron por beneficios económicos y patrimoniales? Esto es con lo que juega Aragón. Cuando el Museo de Lérida decide explicarlo al público, el litigio pasa de ser fundamentalmente local a convertirse en una cuestión de carácter nacional. Primero, todos los colectivos profesionales y, posteriormente, la sociedad civil van entendiendo que, desafortunadamente, no tiene que ver con una cuestión patrimonial. Seguramente, la presión y la realidad de la colección del Museo hace que el gobierno catalán mueva ficha, declarándonos Museo de Interés Nacional, un reconocimiento que llevábamos reclamando desde hace mucho tiempo y que llegó en 2016. Esto hace que, de alguna manera, las tesis que defendíamos también las reconozca el propio Gobierno. Aun así, pienso que el Museo de Lérida ya había crecido antes del 11 de diciembre, pero es evidente que cuando se hizo público y oficial que perderíamos las piezas aquel día, la semana previa sería histérica. Pero insisto en que el Museo ya venía de una dinámica de crecimiento y que no solo dependía de Sigena, ya que intentamos presentar una programación estable y de ámbito nacional. La prueba la encontramos cuando comprobamos el incremento de visitantes, no solo a nivel de Lérida, sino de todo el país. ¿Cómo vivieron el 11 de diciembre dentro del Museo? El 11 de diciembre debemos explicarlo, y ya hay un encargo para hacerlo. Debemos decidir si hacerlo dentro de un año o por píldoras. Empezamos a explicarlo poco a poco, la semana siguiente. Fue un día con mucha tensión, mucha rabia, sufrimiento e, incluso en algunos momentos, de depresión. Nadie sabía qué pasaría aquel 11 de diciembre, todos intentamos imaginar y prepararnos para un escenario desconocido, desde yo mismo como director hasta el último auxiliar. La ejecución decía que si alguno de nosotros actuábamos en contra de esta podríamos incurrir en un delito. No era una falta, sino en un delito. Cuando en una ejecución provisional, en una comunicación del juzgado, aparece la palabra delito, quiere decir que debíamos intentar generar unas actuaciones para protegernos. Además, éramos conscientes de que debíamos documentar perfectamente cómo se hacía toda esta operación, entre otras cosas porque sabíamos que de Aragón venían 22 personas y nosotros éramos 11. Ante este desequilibrio decidimos que debíamos documentar toda la acción, desde que recibí a la Guardia Civil a las 3 de la madrugada hasta el momento en que el camión se marchó por la tarde. Quiere decir que hay un acta notarial, en este país los notarios dan fe, entre otras cosas porque a la ejecución provisional solo vino la Guardia Civil, nadie vino para dar fe, por lo tanto podría haber pasado cualquier cosa dentro del Museo de Lérida. No pasó porque había un notario, el cual puso el Museo de Lérida, no Aragón. También había 3 abogados para que nos dijeran qué podían hacer y qué no, aparte de nuestro equipo de conservadores, de comunicación y miembros del consorcio. Además, como no sabíamos qué pasaría también teníamos un equipo de gente que filmó y fotografió todo lo que pasó aquí dentro. Esto debe permitirnos explicarlo porque la gente debe saberlo, y lo haremos en el momento en que judicialmente podamos y de la manera que no incumplamos ninguna norma. Cuando pasas 12 horas aquí dentro, con toda la presencia policial, con gente fuera protestando, algunos de los cuales han recibido algún golpe y cuando al final abres la puerta y ves que todo el mundo está a tu lado te das cuenta de que la gente merece saber todo lo que pasó aquel día. Estamos a punto de transmitir un primer mensaje al público y seguro que lo contaremos con un libro, pero no sé si lo presentaremos el 11 de diciembre de este año. Creo que este día forma parte de la historia del Museo de Lérida, de igual manera que lo es, por ejemplo, el día de la inauguración. ¿Ha sido devaluada la relación con las autoridades aragonesas? Creo que esto deberían decirlo fundamentalmente los políticos, los representantes de nuestras administraciones consorciadas, y lo han ido haciendo. Se han pronunciado referente a este tema y seguramente hay una parte de alejamiento de lo que son las relaciones políticas e institucionales. Tenemos muy claro que hay dos cosas totalmente diferentes. Una es la hipotética relación institucional a nivel cultural, la cual no romperemos si ellos no quieren. Cuando nos piden una pieza en Aragón la dejaremos, tal como estamos haciendo. La segunda es que cuando haya un hipotético ataque o comentarios que pongan en duda la profesionalidad del Museo de Lérida y de sus trabajadores yo evidentemente saldré en su defensa. Si me tengo que pelear con el presidente de Aragón, con la consejera de Cultura o con su director general de Patrimonio Cultural lo haré, porque son personas, por decirlo educadamente, poco fiables. Entre otras cosas porque son gente a algunos de los cuales he visto dentro del Museo durante 12 horas y sé cómo actúan. ¿Qué ha supuesto para el Museo de Lérida acoger la exposición de los Presos Políticos en la España Contemporánea retirada en ARCO? Siempre he opinado que el Museo de Lérida forma parte de la sociedad a la que fue creado y nos da apoyo y por lo tanto, debemos ser sinceros a la hora de ser receptivos de sus preocupaciones, de sus constantes y de sus dudas. La situación del país es la que es y es evidente que el Museo de Lérida aspira también algún día a ser la referencia para el discurso histórico de la llanura de Lérida. Para nosotros es muy difícil abordar temas de historia contemporánea, y los hemos ido abordando en los últimos años con exposiciones alrededor de Víctor Pérez Pallarés, de pintura mural contemporánea, de Enric Granados y, por lo tanto, todo aquello referente a la Lérida de la época novecentista y modernista. Hemos intentado llegar a estas temáticas del siglo XIX y XX y la prueba está en que la de Granados fue de las exposiciones más visitadas. Aspiramos a que el Museo de Lérida sea un referente desde la perspectiva histórica. Cuando te llaman y te dicen "Acaban de retirar una obra de ARCO que se llama Presos Políticos. ¿Qué le parece a usted, yo que soy de Lérida, que la presentemos en el Museo?". Tardamos unos 12 segundos en acceder a exponerla. La situación del país es la que es y muy probablemente la obra no hubiera sido retirada de ARCO si no hubiera incorporado algunas de las imágenes de los actuales líderes catalanes. La discusión sobre los presos políticos y sobre conceptos de censura y libertad de expresión se hubiera dado igualmente. En 11 días ya han pasado a visitarla unas 3.014 personas, por lo tanto vemos que la expectativa que provocó cuando se anunció es verídica. Esta expectativa real nos reafirma en la idea de que debemos seguir haciendo este tipo de exposiciones, porque nos vuelve a conectar con lo que es la realidad cotidiana del país, pero también la de Lérida, la cual comparte las mismas preocupaciones. Además, esta exposición debe permitirnos no solo presentar una obra y una reflexión de un artista, sino crear una discusión alrededor de esta sobre temas de actualidad. En este sentido, estamos preparando una batería de mesas redondas en las que se tratarán la censura, la libertad de expresión y la educación basada en esta, entre otros temas. La función del Museo de Lérida es intentar dar respuesta a estas necesidades. Por eso entendíamos que esta era una exposición que debíamos hacer en el corazón de la ciudad, y se ha demostrado que la expectación y el interés por estas cuestiones es real. ¿Está en peligro la libertad de expresión? ¿La censura está ganándole la partida? Creo que tú mismo lo has dicho todo. En este país, desafortunadamente, la gente que se manifestó en la transición, en los años 80, es la que continúa haciéndolo hoy al cabo de tantos años por algunos de los conceptos idénticos por los que lo hacían entonces. Intentábamos defender la libertad de expresión y que desapareciera la censura. Pasaba a nivel político, de educación e incluso artístico. Recuerdo que también grandes artistas del momento fueron censurados y encarcelados. Quizás ahora tenemos un problema en saber si la sociedad más joven está optando por un silencio y estamos adoptando cada vez más una actitud más conservadora. No protestamos contra una serie de leyes aprobadas en el gobierno español y no nos rebelamos contra ellas, por ejemplo, contra la ley mordaza. Necesitamos algunos ingredientes, y la obra "Presos Políticos en la España Contemporánea" es uno de ellos. Si el Museo de Lérida se puede incorporar al carro de la discusión de la censura y de la libertad de expresión y sobre de qué manera educamos a los jóvenes para que podamos tener una educación más libre, pues creo que mostrarla es nuestro trabajo. No dejamos de ser una institución pública, con dinero público y, por lo tanto, debemos intentar conectar y despertar conciencias, incidir en momentos, personas y situaciones actuales en todos los ámbitos sociales.
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