José Crespín, Subdelegado del Gobierno español en Lleida: "Hace años que el Gobierno de España se ha independizado de Cataluña e intentamos forjar una nueva relación"

21 de noviembre de 2018 a las 14:42h
¿Cómo se está adaptando al nuevo cargo? Pues bien, me adapto trabajando sin parar en ningún momento del día, intentando aprovechar al máximo el tiempo disponible, ya sea para representación institucional como con las visitas a los municipios. Vengo del mundo local, soy funcionario de la Diputación de Barcelona, he trabajado casi 8 años en la Paeria y este es mi ámbito. Por eso quiero que uno de los rasgos identitarios de mi gestión sea la relación, el vínculo, el contacto y el diálogo con los y las alcaldes de la provincia. ¿Bajo qué máxima basa su tarea en la Subdelegación? ¿Objetivo a corto y largo plazo? De momento tengo dos grandes objetivos igual de importantes. En primer lugar, creo que hay que dar voz a esta administración silenciosa. Puede parecer que la Administración General del Estado no tiene competencias, cuando en realidad se mueve, gestiona y trabaja en relación a presupuestos, trabajo y muchos otros campos. La Administración tiene cerca de mil empleados públicos en la provincia que, a pesar de las carencias a efectos de personal, vuelcan su día a día en hacer rodar este sistema. Durante los últimos años no se ha puesto en valor el trabajo de la Subdelegación o, mejor dicho, del gobierno de España. Venimos de un período donde, debido al contexto político, se ha minorado la presencia del Estado en el territorio. He desarrollado casi la totalidad de mi vida laboral en los municipios, al lado de la gestión institucional, y uno de los primeros objetivos que me planteé al entrar en la Subdelegación era conocer la Administración, qué es y qué hace. Considero que mi trayectoria profesional me ha permitido conocer los servicios, atenciones y competencias que desarrolla, por ejemplo, un ayuntamiento. Por esta razón, dediqué las primeras semanas a conocer todos y cada uno de los departamentos de los servicios provinciales, unos encuentros que me han permitido conocer que la Administración es muy amplia y activa. La provincia tiene 480 kilómetros de carreteras estatales a las que se destina a su mantenimiento unos 100 millones de euros anuales. Además, se hace cargo de 13.000 mutualistas, 1.500 inspecciones de trabajo, se presentan unas 200.000 declaraciones de la Renta. La policía Nacional tramita semestralmente unos 25.000 expedientes de identidad y casi 9.000 pasaportes. La DGT renueva permisos y hace unos 9.000 exámenes de conducir al año, 345.000 vehículos matriculados, los cuales requieren unas 23.000 renovaciones de permisos. El INEM, ahora llamado SEPE, tramita 51.000 expedientes al año. Mensualmente se tienen que pagar 22.000 prestaciones por desempleo, unos 13 millones de euros, o pensiones por valor de 80 millones de euros. Todos estos datos te permiten hacerte una idea de lo que es la Administración. La segunda línea de trabajo se centra en la relación, el vínculo, el contacto y el diálogo con los 231 municipios de la demarcación. Muchos alcaldes quieren visitarme en la Subdelegación, y se sorprenden cuando me niego y les digo que quiero hacerlo al revés, desplazándome yo al municipio en cuestión. Allí es donde se encuentra el alcalde/sa, los problemas, las oportunidades y los proyectos de futuro, de los cuales hablamos de igual a igual, contrastando y ofreciendo la posibilidad de recibir la ayuda del Estado. ¿Encuentra diferencia a nivel laboral respecto a su anterior cargo en la Paeria? Poca diferencia, la verdad. Esto depende de tu filosofía de trabajo. Vengo de un gabinete de alcaldía con un volumen de actividad muy importante y, después de 8 años, llego con esta marca impresa con el propósito de tener la máxima actividad en esta Subdelegación. Al principio, los trabajadores de esta casa se sorprendían del volumen de actividad que intentaba imprimir a mi agenda. ¿Qué recuerdo guarda de su tarea en la Paeria como jefe de gabinete de prensa de Àngel Ros? Hay recuerdos buenos y malos, y destacar uno concreto no tendría sentido. Lo que más recuerdo del Ayuntamiento es aquella proximidad que representa trabajar allí. Surgen muchas necesidades que requieren una solución inmediata y todo aquello que gestiones tiene una plasmación real a corto plazo. Esta proximidad con el ciudadano y la capacidad de ver el trabajo hecho es el principal valor de la política municipal. Cuando un vecino tiene un problema quiere una solución, no tiene en cuenta si esta pasa por las competencias del Ayuntamiento, de la Generalitat o del Estado, y el alcalde se convierte en el referente a la hora de aclarar el conflicto. ¿Cuál ha sido el momento más difícil que ha vivido a lo largo de su trayectoria? Supongo que sería la mancha de la incomprensión, la cual enfanga la gestión. La gestión de Àngel Ros al frente de la Paeria ha sido excelente, pero el contexto político y la situación del país no permiten dar visibilidad a la administración ejercida día a día en el Ayuntamiento. Este sería mi recuerdo más agrio, el hecho de que quede desconocida la implicación personal de muchos profesionales municipales y no saber diferenciar entre una reivindicación política y una valoración de una gestión. Vistos los diversos episodios conflictivos vividos en el último año, ¿se han trasladado esta confrontación al ámbito personal y las relaciones con los miembros de la corporación? Sin duda se han llegado a trasladar al ámbito personal, pero no solo a la Paeria, sino a toda la sociedad. La población está dividida, empobrecida y no puede aprovechar las oportunidades que se generan. Todos tenemos situaciones en las que se han roto relaciones, rupturas provocadas por el contexto político. Seguramente te hayas dejado de hablar con alguien al tratar estas cuestiones en el sentido que intentas evitar una discusión que pueda denigrar la relación personal.La sociedad se ha instalado en una situación que no favorece ni a los que estamos ahora ni a las generaciones futuras. Pienso que estas rupturas no solo han sido provocadas por los hechos políticos de los últimos meses, sino también por la filosofía y la manera de ser de algunos grupos políticos. Es lícito y propio de la democracia que, dentro de la divergencia que cada formación, cada uno defienda sus ideas y que se llegue a consensos o desacuerdos en muchos puntos. Desgraciadamente, algunas formaciones no contemplan esta variable, no tienen ninguna voluntad constructiva y descartan la posibilidad de unir esfuerzos con otras fuerzas políticas para construir una ciudad mejor, rechazando especialmente toda propuesta que pueda surgir del equipo de gobierno.Este país no puede ir bien cuando se intenta construir con la mitad más uno o la mitad menos uno. El Grupo de Mujeres de Lleida lo define como una persona "agresiva e intolerante" después del episodio vivido a las puertas del Museo de Lleida el pasado 8 de marzo durante la inauguración de la obra sobre los presos políticos Personalmente, creo que aquel fue uno de los días más tristes vividos de los últimos meses dentro de todo este contexto social, el epicentro del cual tuvo lugar el 1 de octubre. Fue entonces cuando pude constatar la división que sufre la sociedad y la capacidad que tiene esta para determinar quiénes son buenos y quiénes son malos. Podemos tener disputas políticas o debatir sobre nuestro posicionamiento, pero llegar al insulto, a la amenaza y a aquellos hechos que vivimos aquella tarde en el Museo de Lleida hicieron honor al famoso dicho "o estás conmigo o estás contra mí", y esto no concuerda con la realidad de la vida. Una persona se tuvo que sentir agredida por mí, tuvo aquella percepción y elevó un informe a la Comisión de la Salvaguarda del Ayuntamiento de Lleida, la cual tiene el objetivo de velar por los derechos de las personas en la ciudad. Mi percepción es que en aquel momento allí se vivió una situación de tensión importante. Se encontraba un volumen de gente considerable y cuando el alcalde salió de la exposición fue increpado e insultado por un grupo más preocupado por injuriarlo que por su integridad física. En aquel momento, tenía que salir un coche que posiblemente habría arrancado sin ver una parte de toda aquella gente y para evitar un mal mayor tuve que apartar a una persona. Esta lo considera un acto de violencia, pero yo solo pretendía garantizar su seguridad. Un día, hablando en profundidad con una persona sobre el momento que atraviesa la sociedad, me puso un ejemplo que me pareció muy acertado. Esta me explicaba que un seguidor del Barça y del Madrid ven el mismo partido, el clásico, y después del silbido final cada uno tendrá una visión diferente sobre cómo ha sido el enfrentamiento. Los jugadores y las jugadas son las mismas, pero en función de los sentimientos propios de cada uno hacia un equipo determinado hace una valoración en un sentido o en otro. ¿Considera que la justicia está cada vez más politizada, teniendo en cuenta que los líderes independentistas todavía se encuentran en prisión provisional o exiliados? Aquí se tiene que hablar sobre varios temas. En primer lugar, en relación al 1 de octubre es evidente que fruto de los hechos días anteriores y posteriores hay unas personas encarceladas. Si tú vas por una autopista a doscientos por hora asumes los riesgos que esto comporta, como ahora tener un accidente o atenerte a las consecuencias, ya que te has saltado una norma y todo el mundo es consciente de las consecuencias que esto puede comportar. Una parte de la sociedad y de la clase política avisó que lo que se hizo en el Parlamento el 6 y el 7 de septiembre era peligroso, porque hay una legislación establecida, nos guste o no. No respetarla tiene unas consecuencias que están pagando estas personas en la prisión. Aun así, yo y mucha otra gente consideramos que es una medida desproporcionada. Hasta que no llegue el juicio, donde los jueces ya decidirán, lo lógico sería que estuvieran en libertad condicional. Respecto a la independencia judicial, parto de la base que estamos en una democracia donde hay una separación de poderes sin injerencia entre jueces y políticos. El poder ejecutivo no tiene que interferir en el poder judicial y suerte que existe esta separación de poderes, sin la cual no podríamos estar hablando de democracia. Los partidos soberanistas recogían en sus programas electorales estas medidas para lograr la independencia de Cataluña y fueron escogidos por parte de la sociedad catalana El hecho de llevar una medida al programa electoral no quiere decir que la tengas que llevar a cabo entroncando con la legislación vigente. Quizás nos tenemos que plantear cambiar la normativa y después aspirar a aquella la máxima de construir una nueva relación entre Cataluña y España. En este caso, pienso que ha primado la prisa para hacer posible un nuevo país, lo más rápido posible, siendo conscientes de las consecuencias y asumiéndolas. Encuentro que se tendría que haber abierto un espacio de negociación por ambas partes. Cuando el presidente Mas se reunió con Rajoy y le planteó una serie de medidas, este le dijo que no y, automáticamente, en lugar de reiterar la posibilidad de aplicar alguna de las propuestas plasmadas en aquel documento, se convocaron elecciones. Entonces se inició aquella escalada en la que ambas partes se atrincheraron en una posición y que ha comportado unas consecuencias nefastas, no para la clase política, sino para las instituciones, para la democracia y para la ciudadanía. El ministro de Fomento Ábalos afirmaba que el problema es que el Estado, concretamente el gobierno del Partido Popular, hacía mucho tiempo que se había independizado de Cataluña, y es verdad. Durante demasiados años ha habido esta separación abismal entre el gobierno español y la Generalitat de Cataluña. ¿Todavía es posible la reconciliación entre gran parte de la sociedad catalana y España, o no hay vuelta atrás? ¿Cómo se podría llegar a un escenario de convivencia? Tiene que haber un punto de retorno, porque nos estamos jugando la convivencia de la sociedad actual y de las generaciones futuras. Desde que Pedro Sánchez asumió la presidencia de España se está trabajando en esta línea. Habrá cosas con las que estaremos de acuerdo y otras con las que no, pero al menos ya se ha abierto la puerta al diálogo. Hay que contrastar opiniones sobre cómo queremos que sea Cataluña el día de mañana sin atrincherarse cada uno en sus opiniones. El encuentro entre los presidentes Pedro Sánchez y Quim Torra supone un primer paso para generar aquel espacio de diálogo y confianza tan ausente en los últimos años. Es en este marco donde se tiene que revertir aquel punto de retorno en el que unos y otros se habían instalado. En ocasiones, el PSC se ha definido como la "alternativa a la dicotomía independencia-inmovilismo", pero muchos critican su apoyo a las mismas medidas adoptadas por los demás partidos conservadores, sobre todo con el tema catalán No es bien bien así, porque el PSC o el PSOE no dio apoyo al gobierno del PP, sino que apoyó al Estado, a la democracia que tantos años nos costó conseguir. Así lo decía Sánchez cuando era el secretario general del Partido Socialista, remarcando que no se daba carta blanca al gobierno Popular. Respecto a esta dicotomía entre independentismo o unionismo, entre la ruptura o el inmovilismo, los socialistas siempre hemos defendido una nueva relación entre Cataluña y España, lo que llamamos federalismo. Queremos encontrar los puntos que tenemos en común, intentamos debatir las diferencias y encontrar una solución. Esta nueva relación no tiene que ser como la de los últimos años, tiene que cambiar, así como las normas, las cuales también requieren una adaptación. De no ser así corremos el riesgo de no hacer las cosas con sensatez y con sentido común. ¿Puede ser que el gran error haya sido pensar que el conflicto se tenía que ganar, en lugar de ser resuelto? Totalmente, esta ha sido una de las causas del problema. Supongo que todas las partes eran conscientes de este conflicto y, en lugar de afrontarlo, cada uno se ha atrincherado en su posición. Una parte de la sociedad que era necesario romper con el Estado, y otra parte, desde Madrid y capitalizado por un partido determinado, se ha considerado que no solo no se tiene que romper, sino que se tiene que acabar con aquel sentimiento. Así no solucionamos nada, la respuesta no se encuentra en los extremos y se tiene que encontrar aquel punto de equilibrio. Construir la política tomando la única referencia de la mitad más uno o menos uno es una política abocada al fracaso. Se tiene que hacer una política de integración, para la mayoría, donde no haya buenos o malos. Sobre los ejecutivos de Torra y Sánchez, ¿cree que cambiará realmente alguna cosa respecto a los anteriores gobiernos? Yo creo que sí, que se está trabajando en esta línea. El hecho de que el presidente del Gobierno de España y el de la Generalitat se sienten alrededor de una mesa a hablar después de 7 años es un indicador que las cosas han cambiado. También están teniendo lugar encuentros entre consejeros y ministros de forma bilateral para encontrar soluciones a determinados problemas del país refleja también este cambio. Hay muchas cosas a cambiar en este país, porque continúa habiendo problemas en la educación, en la sanidad, listas de espera, déficit estructural de infraestructuras, fuga de personas jóvenes al extranjero y problemas para acceso a la vivienda. Estos son los verdaderos problemas que tiene Cataluña y que Sánchez quiere abordar. Nuestros problemas no están en una bandera, sino en nuestro día a día, por ejemplo, las dificultades de muchas familias de llegar a final de mes, de disfrutar de una educación pública de calidad o de sufrir las colas en el hospital. Estas son las verdaderas necesidad sociales. Conozco a una responsable política que hace unos meses decía una frase que encuentro muy acertada, y es que necesitamos "menos banderas y más aceras". Es necesario dejar un poco de lado los símbolos indentitarios para fijarnos más con las preocupaciones reales, por los problemas de la calle. Creo que este es el problema que tiene la sociedad, y todo aquel representante político que tapa estas necesidades con otros conflictos es un político abocado al fracaso. También tengo amigos que votaron el 1 de octubre, que sufrieron las cargas policiales y que creen y defienden este sentimiento, pero nunca se tiene que perder el respeto. Evidentemente no me encuentro en una posición tan atrincherada como la que representaba el gobierno del PP, porque siempre hay un punto intermedio. Mal vamos si el ideario de un partido se centra únicamente en el tema de la independencia, del espacio público, de los lazos amarillos y de los presos en un rédito político. Está claro que la sociedad tiene que aspirar a solucionar estos elementos, pero sin dejar de lado muchísimos otros.
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