El parricidio es un delito de difícil comprensión. Pero en este caso, la banalidad del motivo que llevó a un joven de 29 años a acabar con la vida de su madre, es incomprensible.
Martín Francisco llegó a casa de su madre, Graciela More, en Misiones (Argentina) el pasado 26 de febrero con síntomas de embriaguez. Nada más llegar, la emprendió con su progenitora porque, según Martín, estimaba y prefería más a su hermano que a él mismo.
La discusión fue subiendo de tono, y de las agresiones verbales pasó a las físicas. La mujer, de 61 años, recibió una tremenda paliza que le hizo perder el conocimiento. Los familiares denunciaron el hecho, y cuando los paramédicos la atendieron, le encontraron la cara desfigurada y llena de hematomas.
INTERVIENE LA JUSTICIA
La policía traspasó la denuncia al juzgado, que emitió una orden de alejamiento para Martín, a la espera del juicio. Por desgracia al cabo de unos días, a causa de las terribles lesiones que le propinó su propio hijo, la mujer acabó muriendo.
Los familiares de la víctima, profundamente dolidos e indignados, han solicitado a la justicia argentina de acelerar el juicio y que le sea impuesta la prisión preventiva. Ahora mismo Martín sigue con la -inútil- orden de alejamiento.