Eva M. Serramià: "¿El Penedès: el patio trasero del Área Metropolitana?"

12 de agosto de 2019 a las 10:46h

Los que vivimos en el Penedès valoramos su situación geográfica, su carácter forjado a través de los siglos, el paisaje de viña y olivo, de montañas y de mar, el patrimonio rico y diverso, las tradiciones. Estamos afectados por lo que mi buen amigo Jaume Casañas llama la "penedesidad", que es una manera de ser y de hacer.

Hace tiempo que el Penedès se ha convertido en un caballo de batalla y en la lucha compartida por muchos actores: ciudadanos, políticos, empresarios... que ven las potencialidades y se esfuerzan por dotar al territorio de oportunidades de trabajo y prosperidad, eso sí, de una forma que pueda coexistir con la esencia del territorio.

¡Pero, ay! El Penedès no es Barcelona ni su área metropolitana, no tiene la masa crítica poblacional suficiente para ser objeto del deseo y/o interés para que de una vez por todas se apueste decididamente por él.

Los penedesencs nos hacemos cruces: ¿Cómo puede ser que un territorio central no sea considerado con la atención que se merece? ¿Qué datos debemos aportar más? ¿Cuánto tiempo tendremos que seguir picando piedra para que nos escuchen?

Mientras tanto, el Penedès se está convirtiendo en el patio trasero del área metropolitana. Destino y objetivo de la población que se ve expulsada por motivos económicos mayoritariamente de esta. Y, claro, al patio trasero, por lo que se ve, no hay que prestarle mucha atención porque no se ve tanto.

Día a día, año tras año, vamos perdiendo oportunidades y esperando que nos toque el turno. No es que las asociaciones, las administraciones y la clase política del territorio no dediquen esfuerzos, es que la mayoría de las veces quien te tiene que escuchar es sordo y mudo también.

¿Cuántos proyectos capitales, no solo para el Penedès sino también para Cataluña en general, están durmiendo en las mesas de los despachos esperando decisiones políticas que no llegan? ¿Cuántas aportaciones que implican poner en valor los activos actuales y apostar por desarrollar una industria respetuosa con el medio ambiente pero a la vez que permita ser puntera en la transferencia de conocimiento están encallados? ¿Cuántas veces tendremos que decir que tenemos las tasas de paro más altas de Cataluña? ¿Cuántas el riesgo de pobreza infantil más alto? ¿Por qué la Veguería Penedès después de más de dos años no se implementa?

No quiero cansar con datos que se olvidan pero que están al alcance de todo el mundo y son fáciles de encontrar para el lector, pero ya empiezo a estar un poco harta. Sí, harta, dicho con la boca llena, de buenas palabras y de falta de acción. Harta y harta del menosprecio, de la desidia, de la falta de planes reales que se materialicen más allá de las buenas palabras, que dicho sea de paso siempre son las mismas, que no llegan nunca a ninguna parte.

El Penedès era posible, pero no existe a ojos de los que toman las decisiones. Eso sí, todas las externalidades negativas nos afectan porque cuando Barcelona mueve una pestaña, el efecto mariposa llega al Penedès, no de forma positiva, desgraciadamente.

Mientras tanto, vamos creciendo en población que, la mayoría de las veces, viene forzada y no se integra en la penedesidad, no nos han elegido de forma voluntaria sino obligada, la sociedad queda más descohesionada, se trasladan actitudes, movimientos y dinámicas propias de las áreas metropolitanas y se diluye el espíritu.

Necesitamos como el pan que comemos políticas que apuesten por el equilibrio territorial, que lean el momento y las necesidades, valientes y decididas, planificación realmente estratégica y, sobre todo, ejecución si puede ser para ayer porque vamos tarde, muy tarde.

No queremos ser el patio trasero de nadie, tenemos derecho a ser el jardín delantero.

Eva M. Serramià Rofes

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