Las cálidas noches de verano incitan a huir del calor corporal ajeno a las horas de descanso. Dormir en pareja resulta beneficioso para la calidad del sueño. Concretamente, mejora la fase REM y sincroniza las etapas del sueño de las dos personas, lo que se traduce en efectos positivos a nivel cognitivo y de salud mental.
"El sueño es muy importante para una gran cantidad de funciones corporales y cognitivas. Por ejemplo, la salud cardiovascular, el sistema inmunitario, el metabolismo, la formación de la memoria, la regulación de las emociones y, probablemente, también el riesgo de contraer la enfermedad de Alzheimer o el cáncer dependen de cómo duermes. Por lo tanto, es muy importante estudiar los factores que influyen en la calidad del sueño", explica por correo electrónico Henning Johannes Drews, integrante del centro de Psiquiatría Integrativa de la Universidad de Kiel (Alemania) y autor principal de la investigación.
Dado que compartir la cama con otra persona es algo común entre los adultos, la pareja probablemente resulta un factor que influye en el sueño y que es muy relevante para una cantidad considerable de la población. Por eso, el equipo plantea una investigación, que se publica hoy en la revista Frontiers in Psychiatry, para estudiar la neurofisiología individual y de la pareja del sueño en esta situación.
El grupo seleccionó 12 parejas heterosexuales jóvenes -de entre 18 y 29 años- que durmieran juntos la mayoría de las noches de la semana o al menos durante los últimos tres meses. Se eligieron parejas sin hijos y sin problemas de salud que puedan afectar los patrones de descanso.
Las personas fueron sometidas a una polisomnografía en el laboratorio del sueño del centro durante dos fines de semana, lo que hizo un total de cuatro noches. Esta prueba consiste en registrar la actividad cerebral y muscular, la respiración, el ritmo cardíaco y los niveles de oxígeno en la sangre mientras se duerme. Los registros se realizaron tanto a nivel individual como en el sueño compartido. También preguntaron a las parejas sobre la calidad subjetiva del descanso, las características de la relación y el cronotipo -si eran más de madrugar o de ir a dormir tarde.
A lo largo de cada descanso nocturno, pasaron por una serie de fases que se repiten sucesivamente: de la fase de sueño ligero se cambia a las de sueño profundo y luego a la REM. Según los resultados, dormir acompañado se asoció con aproximadamente un 10% más de sueño REM en comparación con dormir individualmente. Además, esta fase se mostraba menos fragmentada y cada parte era más larga. En cambio, ninguna de las otras etapas del sueño se alteró significativamente.