El mes pasado, concretamente el día 6 de mayo, el usuario de Twitter Joan Martin subió un vídeo de un grupo de jabalíes atravesando el Parque del Francolí. Aunque anteriormente ya se habían visto cerdos salvajes en un enclave urbano en la zona de Sant Pere i Sant Pau, nunca se había documentado la presencia de estos animales en el núcleo urbano de Tarragona.
Lo que ha pasado en Tarragona no es un hecho inusual, los vecinos de la zona alta de Barcelona ya hace tiempo que están acostumbrados a tener visitas de estos animales en sus barrios. El hecho es que, en el último siglo, se ha producido una gran proliferación de jabalíes, que se debe a muchos factores muy diferentes. Por un lado, el abandono progresivo de muchos campos agrícolas ha derivado en el crecimiento de bosques, un medio apropiado para la expansión de los cerdos salvajes. La alta tasa reproductiva que tienen (pueden criar dos veces al año y tienen una media de cuatro crías) es otro factor que ha contribuido. También su longevidad, la gran disponibilidad de alimento que tienen así como la ausencia de depredadores o la disminución de la caza ha provocado que las escenas registradas por el tuitero Joan Martin empiecen a ser cada vez más habituales.
El crecimiento poblacional de jabalíes ha dado lugar a conflictos de coexistencia, ahora también en zonas urbanas, donde estos animales suelen ocasionar daños a parques y jardines, vuelcan contenedores para buscar alimentos y provocan accidentes de tráfico. De hecho, el año pasado, el director general de Infraestructuras de Movilidad Terrestres, Xavier Flores, presentó un informe de accidentabilidad en las carreras catalanas provocadas por animales en libertad. Los datos revelaron que del total de accidentes con fauna salvaje en la red de carreteras de Cataluña, un 94,7% estaba provocado por ungulados (el 87% por jabalíes, el 4,4% por corzos y un 1,5% por ciervos). El informe también concluyó que en el Camp de Tarragona se producen un 14% de los accidentes con animales en libertad.
Un ambientólogo del Camp de Tarragona, David Martín Gallego, experto en gestión ambiental, explicó a este diario que infraestructuras como la Anella Verda o las redes de caminos verdes habilitadas por el Ayuntamiento representan para los jabalíes un vial de entrada a la ciudad. "Nosotros les hemos construido las autopistas que les llevan a casa nuestra, si el destino les gusta, se convertirán en visitantes habituales", aseguró el ambientólogo, destacando que si descubren un lugar donde conseguir alimentos de manera fácil y sin muchos peligros "se acostumbrarán a hacer parada y fonda".
Martin afirmó que cuando los jabalíes y las personas comparten un espacio físico aflora un conflicto connatural entre unos y otros. "Los jabalíes son animales salvajes a los que les gusta revolcarse en charcos de barro y remover la tierra blanda para comer raíces, tubérculos o gusanos. Cuando esto lo hacen dentro de su ambiente forestal entendemos que encaja dentro de un orden natural con un sentido ecológico", afirmó David Martin. "Pero cuando esto lo hacen en nuestros parques ajardinados, cuidadosamente ordenados por las brigadas municipales, nuestra cultura urbana sólo ve desorden", dijo. Como ocurre en otros lugares, el ambientólogo explicó que la presencia de estos animales puede ocasionar daños sobre elementos del mobiliario urbano; "dentro de las ciudades, su olfato refinado les indica que las papeleras o contenedores son fuentes suculentas de comida, por lo tanto estos serán sus principales objetivos".

En cuanto a la peligrosidad de los cerdos salvajes, David asegura que los ataques de jabalíes contra personas son muy circunstanciales, pero podrían producirse en caso de sentirse amenazados. El ambientólogo también destacó que aunque acercarse a los jabalíes no sea nunca una buena idea, lo es aún menos cuando los grupos van acompañados de los rayados (pequeños del jabalí), pues aunque parezcan inofensivos, siempre está la madre vigilándolos con recelo, a veces desde la distancia.
El ambientólogo recomendó no darles comida ni perseguirlos para conseguir una foto, "debemos respetarlos como animales salvajes que son y dejar que hagan la suya".
En cuanto al papel que debe tener el Ayuntamiento, el experto indicó que "debe intervenir de manera proactiva para que esto no se acabe convirtiendo en un problema recurrente llevando a cabo medidas de carácter disuasorio". Es decir, "no somos nosotros quienes debemos echar a los jabalíes, sino ellos mismos quienes deben decidir no volver, hacerles entender que los espacios urbanos no son un buffet libre". El ambientólogo concluyó recomendando que se deben proteger las papeleras y los contenedores para que su contenido no sea abarcable para ellos.
ALEXANDRE NADAL FERRET