¿Cómo se puede evitar el abandono de mascotas exóticas que pueden amenazar la biodiversidad?

El abandono de mascotas exóticas es un problema ético que puede dar lugar a invasiones biológicas que amenacen la conservación de la biodiversidad en el medio natural. Un artículo publicado en la revista Biological Invasions, y que tiene como primer autor al investigador Alberto Maceda Veiga, del Instituto de Investigación de la Biodiversidad de la Universidad de Barcelona (IRBio), revela que el abandono de mascotas invasoras en el medio no se ha reducido del todo a pesar de que desde 2011 hay una normativa que prohíbe la tenencia de estos animales. En el nuevo estudio, que revisa la regulación del catálogo nacional de especies exóticas invasoras, también participan Josep Escribano Alacid, del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona, Albert Martínez Silvestre e Isabel Verdaguer, del Centro de Recuperación de Anfibios y Reptiles de Cataluña (CRARC), y Ralph Mac Nally, de la Universidad de Canberra (Australia). De la compra impulsiva al abandono de las mascotas exóticas El estudio muestra que, de 2009 a 2011, se registraron más de 60.000 animales exóticos que causaban problemas a sus propietarios en el área geográfica del noreste peninsular, pero esta cifra no corresponde completamente con la de los animales que fueron abandonados. «La causa principal de los abandonos de mascotas es la compra impulsiva, y algunas de estas especies se pueden reproducir fácilmente una vez son liberadas», explica Alberto Maceda, miembro también del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la Universidad de Barcelona. «En general, se adquiere un animal con mucha facilidad cuando es pequeño y encantador, pero cuando crece y da problemas se abandona. No todos los compradores asumen de manera correcta la responsabilidad que implica la compra de un animal de compañía, y que se extiende durante muchos años en animales de gran longevidad como las tortugas». Leyes que no frenan el delito de abandonar animales exóticos Desde 2011, un real decreto prohíbe la comercialización, tenencia y transporte de especies exóticas invasoras en todo el territorio español. La normativa ha sido efectiva para evitar la venta en tiendas de animales de las especies de cangrejos, peces, reptiles y anfibios recogidas en la normativa, pero no ha frenado del todo el abandono de especies invasoras, alerta el estudio. «Además de las especies incluidas en el decreto regulador, hay muchas otras especies que son abandonadas en el medio natural o que los propietarios llevan a los centros de fauna», detalla Maceda. El problema más grave, según los expertos, se encuentra en las especies exóticas que fueron comercializadas en masa durante muchos años, como es el caso de las famosas tortugas de Florida, que son muy pequeñas de juveniles y cuando son adultas a menudo se abandonan en el medio. «Nuestro estudio —destaca Maceda— muestra que la respuesta legislativa tarda mucho tiempo en tener un efecto real sobre los abandonos de especies ahora catalogadas como invasoras pero que se han vendido durante muchos años en nuestro país. Estas medidas son poco efectivas una vez la especie invasora está distribuida por todo el territorio». Si bien la ley ha sido efectiva para detener la venta de mascotas invasoras, «el abandono de animales también es un delito, y no parece que ninguna legislación vigente solucione el problema», asegura el investigador. «No podemos obviar que cualquier mascota liberada en el medio natural representa un riesgo —aparte de que no es un comportamiento ético— y que, por lo tanto, hay que evitarlo», remarca. Defender el bienestar animal y fomentar una tenencia responsable Mejorar las medidas de bioseguridad en los centros de estabulación, cambiar los criterios comerciales de las especies e instruir a los compradores para potenciar una tenencia más responsable son factores que podrían ayudar a reducir la tasa de abandonos de animales exóticos. «Hay que elaborar un registro de propietarios, además de hacer más campañas de educación. Se podría plantear la opción de exigir una certificación que avale la formación del propietario, así como el uso de microchips y permisos especiales para mantener según qué especies en casa, y evitar el libre acceso a especies que sabemos que serán problemáticas para los propietarios». Según los autores, hay que regular más la importación de especies exóticas, ya que actualmente solo se incide cuando hay evidencia científica de riesgo de invasión biológica o cuando hay riesgo de extinción de la especie. En conclusión, sería indicado catalogar mejor las especies que los propietarios pueden mantener en casa. No todas las mascotas exóticas que llegan al medio son abandonadas Los expertos también alertan que la prohibición sobre determinadas especies puede generar una respuesta en el mercado que, paradójicamente, fomente la venta de otros animales —un recambio comercial en la compra especies— con los mismos problemas. Un ejemplo revelador es el de la prohibición sobre el comercio de la tortuga de orejas rojas (Trachemys scripta elegans), que introdujo en el mercado otras tortugas de agua dulce que generaban unas problemáticas similares a los compradores. Además, no todas las mascotas exóticas llegan al medio a causa del abandono. En algunos casos, su origen se explica por la falta de medidas de bioseguridad —desinfección de aguas de rechazo, etc.— en las empresas que estabulan especies exóticas. Asimismo, algunas medidas legislativas del pasado también han resultado controvertidas para la conservación del medio ambiente: por ejemplo, la liberación de gambusias —una de las cien especies invasoras más peligrosas a escala global— para controlar las poblaciones locales de mosquitos. «En problemáticas ambientales, conviene más ser proactivo que reactivo, y tendemos a ser reactivos. Ninguna mascota animal —invasora o no— puede estar sin control en el medio natural y, aún menos, ser abandonada. Entre otros efectos negativos, depredan especies nativas, alteran el hábitat natural y pueden introducir enfermedades que persisten en la fauna nativa incluso cuando el animal doméstico portador —exótico o no— haya desaparecido», concluye Maceda.