El cierre de la cofradía comportará un ERTE para la veintena de trabajadores. La secretaria de la entidad lamenta que el sector viene de un año "muy malo", ya que ha tenido que hacer frente a temporales como el Gloria, que los obligó a quedarse en puerto y llenó el mar -y las redes- de basura y de restos durante varios días. Además, recuerda Sans, el 1 de mayo la flota de arrastre tiene previsto comenzar la veda -la parada biológica que hace cada año durante dos meses. "No sé cómo nos las arreglaremos. Es crítico", advierte.
Menos actividad en Cambrils
En Cambrils (Baix Camp), las cuatro barcas de cerco han presentado ERTE y, de las trece de arrastre, ya lo han hecho la gran mayoría. Hay cerca de un centenar de personas afectadas. Las siete barcas de trasmallo van saliendo al mar, si el tiempo acompaña. Son empresarios autónomos que van individualmente a las barcas o de dos en dos -a lo sumo- y que, si bien a hora de ahora tienen intención de seguir, lo van valorando en función de los precios.
De momento en Cambrils los precios han "aguantado bastante" y los últimos días no han quedado demasiadas cajas sin vender, en parte gracias al acuerdo con una importante empresa de supermercados que compra allí. Este miércoles han salido dos barcas de arrastre a trabajar, con lo cual aún hay producto garantizado.
Artes menores paradas y flota de arrastre a medio gas en las Tierras del Ebro
La mitad de la flota de arrastre de la Cofradía Virgen del Carmen de Sant Carles de la Ràpita (Montsià) -formada por 41 embarcaciones- no está saliendo a trabajar para evitar contagios de coronavirus. Las 47 embarcaciones de artes menores llevan días amarradas en puerto y muchos pescadores han decidido confinarse. "Los que tienen situaciones personales o de salud complicadas se han quedado en casa", explica el secretario de la Cofradía, Joan Balagué.
También el presidente de la Cofradía de l'Ametlla de Mar (Baix Ebre), Miquel Brull, reconoce que en las barcas se trabaja con miedo. "Se toman las medidas que se pueden, pero hay que trabajar cuerpo a cuerpo y codo con codo", apunta. "Nos encontramos entre la espada y la pared. No podemos hacer más. Es una decisión de cada uno pero la barca que no sale, como cualquier empresa, tiene que asumir unos costos", añade Brull. Casi todas las embarcaciones de arrastre de l'Ametlla de Mar han detenido la actividad y junto con las dos de cerco han presentado ERTE para que se puedan acoger los marineros.
El principal problema es que con la restauración cerrada no encuentran salida para el producto de calidad, que es con el que consiguen un margen de beneficio más alto. Los precios han caído entre un 25% y un 50%. Este lunes, en la lonja de la Ràpita se vendieron langostinos y cigalas a 15 y 16 euros el kilo, de media, cuando suelen venderse entre 25 y 30 euros el kilo, respectivamente. Tampoco el cangrejo azul lo compra nadie. "Que esté todo cerrado es un handicap muy grande para nosotros", remarca Balagué.
El resto del pescado de consumo habitual mantiene los precios porque también se pesca menos, pero con las ventas actuales la actividad sigue sin ser "factible". "Los compradores de lonja también están intentando detener la actividad. Tienen dificultades para vender a sus clientes -porque la mayoría también es restauración-, y en las pescaderías no va tanta gente", explica el secretario de la cofradía.
Los pescadores ebrencs se consideran "un servicio esencial, hasta cierto punto" porque tienen que lidiar con la competencia de mercancías que llegan de fuera del país y opinan que, si los gobiernos lo consideran, deberían garantizarles contraprestaciones. Balagué también advierte que, si algún trabajador de lonja se contagia de la covid-19, la cofradía tendrá que detener toda la actividad y la pesca se habría acabado porque el personal no se puede sustituir con facilidad. "No es fácil enseñar cómo se subasta", detalla.