La superficie de arrozales del delta del Ebro donde esta campaña se sembrará en seco se dispara. De las 120 hectáreas donde se aplicó el año pasado (90 hectáreas por iniciativa propia de los agricultores), en la campaña de este año, que justo acaba de empezar, se empleará en unas 1.500 o 2.000 hectáreas. Los agricultores confían en un sistema que les reduce los costes (300 euros de media por hectárea), les evita los efectos de las aves y de plagas como los quironómidos o el caracol manzana, les permite ahorrar agua y reducir la emisión de gases de efecto invernadero y aumenta el establecimiento de la semilla. Uno de los impulsores de la técnica, que hace años que se usa en Italia, Juan Carlos Fornós, gerente de Ebrecultius, está convencido de que si los resultados de esta campaña son óptimos, la implantación de la siembra en seco del arroz en el Delta será imparable y puede llegar a implantarse entre un 50 y un 70% de la superficie deltaica. Para el gerente de Ebrecultius la salinidad no debe suponer un problema si se aprende a gestionarla y coordinarla con esta técnica.
