Dice que la "proximidad" con la ciudadanía ha sido, en gran medida, la clave que explica el éxito electoral sin precedentes de su candidatura en las elecciones del pasado domingo. Horas después de que se hicieran públicos, Adam Tomàs aún intenta asimilar los resultados: la lista que ha encabezado, Esquerra de Amposta-ERC, ha sumado cinco concejales más a la mayoría absoluta de once lograda en 2015. Dieciséis de los 21 representantes en el pleno. Manifiesta que gestionará esta mayoría "con humildad". "Lo que más me decepcionaría es que la ciudadanía percibiera que tener dieciséis concejales nos ha cambiado", sostiene. Aboga por continuar abriendo espacios de diálogo con los partidos de la oposición y la ciudadanía. De momento, Tomàs valora cómo distribuirá las concejalías entre su grupo –no descarta que algunos se queden sin cartera- y ya no descarta totalmente volver a aspirar a la reelección al final del mandato. "La atención y la proximidad. Estar aquí en todo momento. Siempre defendí que me presentaba como alcalde para estar en el pueblo y trabajar por el pueblo. Eso es lo que he hecho los últimos cuatro años", responde Tomàs cuando se le pregunta qué es lo que el vecindario ha valorado más de su labor en el último mandato. "La clave está en que la ciudadanía nos sienta cerca. Eso lo hemos conseguido: hemos escuchado los problemas de la gente, los hemos intentado solucionar y, si no hemos podido, al menos, les hemos dado la sensación de que nos importaban esos problemas", añade.
Con todo, el alcalde republicano reconoce que los resultados -más de 6.100 votos y un 62% de los sufragios emitidos- no son únicamente fruto de los propios méritos, sino también del planteamiento que realizaron los candidatos rivales. "Al otro lado no han sido capaces, ya no de construir una alternativa de gobierno, sino de definir qué ofrecen a la ciudad. Lo dije a algunos portavoces de la oposición: está bien hacer mucha crítica, decir que hacemos cosas mal, que solo hacemos fiestas y festitas, intentar ocultar las cosas de gobierno que se hacían, pero no diréis qué haríais. La ciudadanía no es tonta y la prueba la tenemos con el resultado, que ha sido lo que ha sido", interpreta.
Especialmente dura, en este sentido, ha sido la caída electoral de Junts per Amposta. La candidatura heredera de la anteriormente todopoderosa CiU, que gobernó la ciudad ininterrumpidamente durante 28 años–con seis mayorías absolutas- ya pasó en 2015 de ostentar la mayoría absoluta a quedarse en la oposición con siete concejales. Ahora, ha perdido seis y solo su cabeza de lista, Manel Masià, entrará en el consistorio. "No han sabido renovarse. Dejaran todo el espacio de la oposición al concejal exPxC y ahora de Som Amposta y cabeza de la oposición, y al final lo ha aprovechado", subraya Tomàs, que reconoce la comodidad que proporciona el margen de catorce concejales respecto al primer partido de la oposición.
Alineación astral de una marca fuerte
"Se han alineado los astros, un poco, como en las últimas elecciones. La marca fuerte, el momento por el que pasa ERC, y el momento por el que pasan marcas como CiU, que ha ido despistando mucho con los nombres que ha ido adquiriendo, y el PSC tampoco tiene una marca potente y la gente se ha volcado en masa a votar una candidatura que le ha gustado", resume Tomàs. Quiere gestionar esta abrumadora mayoría desde la "humildad", recordando que ERC se ha mostrado tradicionalmente "muy críticos con las mayorías absolutas", cuando trabajaban desde la oposición para destronar a CiU. "Me romperé las manos para que los dieciséis concejales, incluyéndome, tengan claro que nuestra es una vocación de servicio", reafirma.
Para este próximo período que ahora se abre, Tomàs apuesta por seguir trabajando en la misma línea de proximidad, haciendo a la ciudadanía partícipe de esta idea. "Somos los mismos. Soy Adam Tomàs, el hijo de las lámparas al lado de la Lira y profesor del instituto. El día que deje de ser una herramienta útil para la ciudadanía no tendré ningún inconveniente en regresar a mi lugar de trabajo. Es lo principal. Trasladar que estamos aquí porque la ciudadanía nos ha puesto y el día que quieran sacarnos, saldremos. Eso ha calado mucho y me gustaría que continuara haciéndolo, que la gente tenga claro que somos los mismos", insiste.
¿Concejales sin cartera?
Por delante, tendrá retos como la definición del modelo de gestión del Hospital Comarcal dentro de una posible estructura pública territorial, la continuidad de la mejora de la fachada fluvial, el espacio público en general o los equipamientos previstos en inmuebles históricos adquiridos durante este mandato. De momento, Tomàs deberá definir el cartapacio entre los dieciséis concejales del gobierno. Por un lado, asume que esta gran mayoría permitirá descargar de cargas y responsabilidades a algunos de los actuales responsables de área, como Tomàs Bertomeu –que podría dejar personal- o Inés Martí –que mantendrá Cultura pero cederá Educación a Núria Marco- y, hasta el mismo alcalde, que ya no continuará gestionando directamente la concejalía de Políticas de Ocupación y Empresa, que podría delegar. "Es muy posible que haya algún concejal sin cartera, que no sé si realmente se puede hacer", indica.
A más largo plazo, Tomàs también deberá decidir su futuro en la política, después de que se comprometiera públicamente a no ostentar la alcaldía durante más de dos mandatos. Si bien la idea sigue siendo esta, el escenario político actual, municipal y territorial, con la intención de garantizar una sucesión exitosa, lo condicionaría. "Lo continúo manteniendo pero ya hace meses que hay gente que me dice que lo tengo que repensar. No soy yo quien lo tiene que repensar: tengo muy claro el compromiso que adquirí, pero no dejaré que el proyecto de ERC se hunda. En estos momentos la responsabilidad me supera, no soy yo solo, es una responsabilidad territorial", responde, recordando el caso de la Aldea, donde el sucesor republicano del retirado Dani Andreu no ha podido repetir el triunfo en las urnas.
"También a la gente que me piden que continúe les digo que faltan cuatro años de gobierno y quizás entonces no nos verán tan bien como nos ven ahora. Por lo tanto, esperemos a tomar decisiones de aquí a cuatro años y mantengamos los compromisos que adquirimos", cierra.