Cataluña está viviendo uno de los veranos con menos incidencia de los fuegos forestales de los últimos años.
Entre los meses de junio y agosto se han quemado 495,3 hectáreas por toda Cataluña entre bosques, superficie agrícola y urbana, con datos preliminares de Agentes Rurales a 27 de agosto.
Se trata de la cifra más baja desde 2020 cuando, coincidiendo con la pandemia, solo se quemaron 90,3 en el mismo periodo.
En la última década y media, sólo los veranos de 2013 y 2018 registraron menos terreno quemado que el de este año.
El jefe de los Agentes Rurales en el área regional de Barcelona, Jaume Torralba, ha hecho a la ACN un balance “bastante positivo” de la campaña, argumentando el impacto de las lluvias de junio, el Plan Alfa y la “conciencia ciudadana”.
Torralba ha admitido que se esperaban un “año más duro” por la situación de sequía que está viviendo el país, pero dice que la vegetación “aprovechó” los chubasqueros que cayeron durante el mes de junio.
Eso, según él, hizo entrar a Cataluña en verano “en condiciones buenas”.
Aparte de las lluvias, el dirigente de los Agentes Rurales ha destacado el Plan Alfa del departamento de Interior, que regula “qué actividades se pueden hacer y cuáles no”, y también ha subrayado el “papel clave” de los ADF.
“Una parte de la sociedad civil se organiza”, ha enfatizado, añadiendo que casi 800 de los 947 municipios cuentan con Agrupaciones de Defensa Forestal que “cuidan y vigilan” los bosques.
Los incendios de Solivella y Artesa de Segre quemaron 344,3 hectáreas
El de Solivella, en L’Urgell, ha sido el incendio más destacable de los últimos meses, con 273 hectáreas quemadas, de las que 191 fueron agrícolas, 82 forestales y 0,35 urbanas.
El fuego se declaró el 31 de julio –cuando se confinaron los habitantes de Langueda y Nalec durante cuatro horas–, y se dio por extinguido al día siguiente, antes de revivir momentáneamente la tarde del 4 de agosto.
El segundo incendio más grande del verano hasta ahora comenzó en Artesa de Segre el 9 de agosto y quemó 71,3 hectáreas antes de que los Bomberos de la Generalitat no lo estabilizaron la madrugada siguiente.
Ninguno de los 155 fuegos restantes que constan en el registro publicado en el portal de Datos Abiertos de Cataluña por los tres meses de verano superan las 25 hectáreas.
Debido al fuego en Solivella, L’Urgell es la comarca con más impacto este verano, ya que se han iniciado fuegos que han quemado 284 hectáreas. La Noguera ha sido la segunda (111,74 ha), seguida de La Conca de Barberà (24 ha).
En conjunto, de las cerca de 500 hectáreas afectadas, un 55% han sido de sol no forestal –agrícola o urbano– y, el 45% restante, bosques.
Torralba, que confirma que entre el 28 y el 31 de agosto no se ha registrado ningún incendio destacable pese a que los datos oficiales aún no reflejan estos días, ha recordado que la campaña de riesgo alto y muy alto de incendios “aún no ha terminado“, y que pondrá punto final al 15 de septiembre.
En este sentido, ha celebrado el episodio de lluvias anunciado a partir de este martes, pero también ha dicho que las tormentas “no siempre vienen con agua”, sino que pueden llevar “rayos”, que son el detonante de entre el 10 y el 20% de incendios, según ha expresado.
“Hasta el 90% de los orígenes son antrópicos”, ha añadido.
Histórico desde 2011
El periodo de junio a agosto de este año es el segundo consecutivo con afectación escasa de fuegos, e incluso se ha quedado por debajo del año pasado en los mismos meses (618,9 ha).
De hecho, Torralba cree que “la gente está muy concienciada” y que “a pesar de las condiciones adversas de cambio climático”, hay una tendencia a reducir los incendios.
Las cifras no eran tan bajas desde 2020, un verano con menos movilidad de la población a causa de la covid-19.
Desde el año 2011, sólo en 2013 (389 ha) y en 2018 (126,7 ha) fueron más positivos para la masa forestal y agrícola del país.
Por el contrario, en la última década y media destaca el año 2012, con 13.513 hectáreas sólo en los tres meses más calurosos del año.
El incendio de L’Alt Empordà, que se inició en La Jonquera y donde murieron cuatro personas, fue el más grande, ya que quemaron más de 10.000 hectáreas.
El 2019 también sobresalió de la media, pero no de manera tan significativa, con 6.699 hectáreas afectadas, la mayoría de ellas, a raíz de lo que comenzó en la Torre del Español.
El 2022 también fue un año con mucha incidencia (6.002 ha) y dos fuegos especialmente relevantes: el de Artesa de Segre (2.683 ha) y el de El Pont de Vilomara i Rocafort (1.581 ha).
En la última década no ha habido ningún verano con más de 10.000 hectáreas quemadas en el país, lo que confirma la tendencia apuntada por Torralba, que ha recordado los “terribles” episodios de los años 80 y 90 del siglo pasado sobre todo en el Camp de Tarragona y la Cataluña central.
También coincide con los datos en que el de 2012 en L’Alt Empordà, donde perdieron la vida 4 personas, ha sido el último gran incendio hasta ahora.