La Selva del Camp ha recuperado y restaurado el taller del último alfarero del pueblo, Ca l’Hipòlit, con el fin de hacer un centro de interpretación sobre los ollers. El espacio cuenta con piezas originales y mobiliario que utilizó el Hipólito Marotrell que junto con su mujer, Eva Visiedo, fueron los últimos oreros del municipio del Baix Camp. El oficio de oller ha estado estrechamente ligado al pueblo, en el siglo XVIII había una octogésima de documentados, pero poco a poco el número ha ido descendiendo hasta extinguirse. Después de que la familia de Hipòlit Martorell cediera el espacio al pueblo, el Ayuntamiento de La Selva del Camp ha adecuado el obrador y lo ha abierto con el fin de dar a conocer el oficio a las nuevas generaciones.
La familia de Hipólito Martorell donó el taller al ayuntamiento en 2022 y ahora ha reabierto sus puertas después de haberlo rehabilitado. Durante estos meses también se han indexado todas las piezas de cerámica que había, más de 1.200 entre ollas, tupines, casetas o ninjas de cerámica, entre otros objetos. El taller se ha reconvertido en un centro de interpretación de los olleros y el visitante puede ver el turno, los hornos de cocción y diversas herramientas y utensilios para trabajar la arcilla.
El concejal de Obras Públicas de La Selva del Camp, Enric Roberto, explica a la ACN que el pueblo “siempre se ha visto representada por la obra del oller” y por ello creyeron “interesante” crear el centro de interpretación. Roberto destaca la importancia de que “las nuevas generaciones, la gente recién llegada y los jóvenes sepan cómo era este oficio, cómo se trabajaba y que todo se fabricaba a mano y de alfarería”.
La musealización ha corrido a cargo de la reusense Anna Figueras. El regidor señala que se ha hecho “conservando todas las estructuras iniciales”. También subraya que se han vuelto a poner “elementos que se habían sacado para modernizar el trabajo”, como algunos turnos.
Los ollers en La Selva del Camp
El oficio de ollero fue uno de los trabajos artesanos más exitosos en la Selva del Camp. Hay documentos que evidencian que en el siglo XIII los olleros ya estaban agrupados en la actual calle de Els Ollers. Y el gremio de la alfarería era el más importante junto con el de los campesinos.
En 1795 hay fichados 80 olleros en el pueblo y estaban especializados en la elaboración y la cocción de piezas de cocina y de vajilla. Por ejemplo las ollas, las cazuelas, los platos y las tazas. También las piezas de fiereza para la canalla. Uno de los recipientes más característicos de los olleros sevillanos era el tupí, una olla alta que tiene la anchura más grande en la zona del cuello y de una sola ansa. Poco a poco, sin embargo, el oficio ha ido desapareciendo hasta la actualidad que no queda ningún horno en funcionamiento.
Ca l’Hipòlit, el último alfarero
El Hipólito Martorell fue el último oller de la Selva del Camp. Comenzó ayudando a su padre cuando tenía quince años y luego se quedó con el negocio. Inició haciendo utensilios por la cocina, pero tuvo que reinventarse apostando por una cerámica más artística y decorativa, y no tan funcional. Aquí tuvo un papel clave Eva Visiedo, la esposa de Martorell.
“El Hipólito hacía tupinas, cazuelas, ollas, juegos de café y platos”, recuerda Visiedo de 92 años. La ceramista explica que su suegra le dijo que en el taller “nunca habían habido mujeres”, pero ella no dudó en arrodillándose y ponerse a trabajar el barro. Con el paso del tiempo y la industrialización de los utensilios de cocina, el oficio de ollero perdió el sentido y fue mermando.
Cuando Visiedo había ido a la escuela ya había aprendido a hacer algunas piezas decorativas, y ella le enseñó al Hipólito a hacer ánforas, por ejemplo. Después también elaboró cuadros de cerámica pintados, ninjas o casetas. Una producción que vendieron a galerías comerciales y a varios municipios de la Costa Dorada.
Ahora el centro de interpretación de los ollers Ca l’Hipòlit inicia una nueva vida para difundir y explicar el oficio de los ollers. El ayuntamiento prevé realizar visitas con los centros educativos y después a demanda, a través de la oficina de turismo de La Selva del Camp.