Alexia Pascual: “Siempre he querido visibilizar que en los pueblos también hay talento, vida y cultura”

Con solo veinticuatro años, la constanteinense Alèxia Pascual se ha consolidado como una de las grandes revelaciones del teatro musical catalán. Ha interpretado a la Blanca en la despedida triunfal de Dagoll Dagom con Mar y Cielo, la obra de teatro de Àngel Guimerà que ha agotado todas las entradas durante meses en el Teatro Victoria. A punto de cerrar esta etapa, conversamos con ella sobre qué ha representado este proyecto y cómo lo ha transformado, tanto artística como personalmente.

 

¿Cuándo vas a empezar a interesarte por la interpretación?
Es difícil señalar un momento concreto. Desde muy pequeña, el arte formaba parte de mi día a día de una manera muy natural. Siempre estaba cantando, bailando o creando situaciones imaginarias. La expresión artística era, y sigue siendo, una extensión de mi carácter.

 

¿Qué recuerdo tienes de tu primera experiencia sobre un escenario?
La primera vez que pisé un escenario fue cuando solo tenía un año. Fue durante una representación de los Pastores, interpretando el papel del niño Jesús. A partir de ahí, el teatro siempre ha estado presente en mi vida. Subir a escena me resultaba casi instintivo, como si fuera mi casa. Pero fue hacia los trece años cuando tomé conciencia de lo que significaba realmente. Fue entonces que empecé a vivirlo de otra manera, entendiendo que aquel vínculo con el arte escénico iba más allá de una simple afición: era una vocación, una manera de entender quién soy.

 

Con los años, este vínculo te ha llevado a dar vida a un personaje como la Blanca. Qué ha supuesto para ti formar parte de un montaje tan emblemático como Mar y Cielo?
Ha sido un viaje precioso y muy intenso. Han sido casi diez meses seguidos inmersos en este proyecto. El recorrido emocional del personaje es profundo, y repetirlo función tras función me ha hecho crecer mucho, tanto como actriz como persona. No soy la misma Alexia que empezó este camino.

 

“No soy la misma Alexia que empezó este camino con Mar y Cielo“

 

¿Te imaginabas el alcance que acabaría teniendo esta despedida de Dagoll Dagom con Mar y Cielo?
Sinceramente, no. La magnitud de este proyecto era difícil de imaginar. Sin embargo, lo más importante para mí ha sido la compañía: rodearme de personas meras, con las que he compartido cada día. La función puede ser la misma, pero lo que la hace única son los compañeros. Nos hemos sostenido los unos a los otros constantemente, y eso ha sido clave.

 

Una experiencia así, compartida con todo un equipo durante tantos meses, debe dejar huella. ¿Hay algún momento que destacarías especialmente?
Destacaría muchos. El día del estreno fue muy emotivo, porque por fin veía la luz todo lo que habíamos estado preparando durante meses. También la Nochevieja, que la vamos a celebrar en el barco con nuestras familias. Son recuerdos irrepetibles. Sé que pronto diremos cosas como: “¿Te recuerdas de aquella noche en el Teatro Victoria?” Momentos así no vuelven.

Ahora os preparéis para decir adiós con un concierto el 9 de julio en la playa de San Sebastián. ¿Cómo vives esta despedida tan simbólica, junto al mar y del cielo?
Con mucha emoción. Será durante la última semana de funciones, así que tendremos los nervios del concierto sumados a la emoción de la despedida. Y hacerlo a la orilla del mar y del cielo, como metáfora del título, me parece precioso. Es una manera extraordinaria de despedirnos.

 

“La función puede ser la misma, pero lo que la hace única son los compañeros”

 

¿Cómo ha sido convivir con la Blanca durante este tiempo?
Ha sido un proceso muy intenso. Después de casi 290 funciones, todavía descubro matices nuevos de ella. Esto demuestra que es un personaje con muchas capas. Hay días que pensé: “Ostras, eso no lo había visto nunca así.” Es un personaje vivo, infinitamente rico, y creo que todavía lo seguiría descubriendo si lo representara un año más.

Cierras una etapa muy intensa. Pero todo fin es también un nuevo inicio. ¿Tienes algún proyecto en la cabeza?
Sí, y estoy muy ilusionada. Todavía no los puedo anunciar, ya que forman parte del “cajón de los secretos”, pero comencé una etapa nueva y muy diferente. Como todo cambio, hace un poco de respeto, pero también me motiva mucho.

 

Sin embargo, siempre has comentado que Mar y Cielo era el proyecto de tu vida. ¿Lo mantenes?
Sí, lo creo firmemente. Ha sido mi primer gran proyecto de teatro musical, y ¡qué proyecto! Interpretar la Blanca, llenar el teatro cada día, hacer sold out durante meses… Lo recordaremos como algo extraordinario. Ha sido mi puerta de entrada a un mundo nuevo, y esta puerta siempre será Mar y Cielo.

 

“Después de casi 290 funciones, todavía descubro matices de la Blanca”

 

Muchos te conocieron en Euforia, pero ahora te han visto crecer encima de un escenario teatral. ¿Sientes que has podido mostrar una nueva faceta tuya con este proyecto?
Creo que sí. Es natural que la gente me relacionara con Euforia, porque fue donde me conocieron. Pero con Mar y Cielo he demostrado que la Alexia es más que una chica que cantaba en la televisión. Ahora también me conocen como actriz, y eso ha cambiado la percepción del público. Aunque no me molesta que me relacionen con Euforia, ahora también soy la Alexia de Mar y Cielo.

 

Todo este éxito también ha llegado a tu pueblo, Constantí.
Sí (ríe). La gente de Constantí me ha dado mucho apoyo desde el primer día. Han venido en autocares a verme, me han hecho sentir muy estimada. Y cuando vuelvo, todavía me saludan como siempre, como “la Alexia de toda la vida”. Es muy bonito sentir que la esencia no ha cambiado.

 

Y en medio de esta burbuja de funciones, ¿has tenido tiempo de volver a menudo?
Muy poco. Con funciones cada fin de semana, solo he podido bajar para ver a la familia. Pero cuando lo hago, la gente me abraza con una normalidad que se agradece mucho. ¡Puedo ir en pijama a comprar el pan y no pasa nada!

 

“Si no hubiera sido por la oportunidad que me brindó Constantí, probablemente mi camino habría tomado una dirección bien distinta”

 

Cuando salías a escena cada noche, tenías presente de dónde venías?
Siempre. Aunque fuera de manera inconsciente, llevo muy presente el lugar de donde vengo. Todo el mundo me dice: “Ah, eres la de Constantí”, y yo lo afirmo con orgullo. Siempre he querido visibilizar que en los pueblos también hay talento, vida y cultura. Yo empecé en el teatro amateur del pueblo, y de ahí pueden salir grandes artistas. Si no hubiera sido por la oportunidad que me brindó mi pueblo, probablemente mi camino habría tomado una dirección bien distinta.

 

Si miras atrás, después de todo este viaje, ¿cuál es la lección más profunda que te queda de Mar y Cielo?
He aprendido que hacer cosas grandes no sólo requiere talento, sino también esfuerzo, compromiso y una buena compañía. El talento por sí solo no sirve si no pones cuerpo y alma, y si no estás rodeada de una red de personas con las que compartir y crecer. Mar y Cielo me ha enseñado esto: que todo lo que vale la pena exige trabajo duro, pero también ofrece frutos maravillosos.