El cambio climático es responsable del crecimiento de situaciones meteorológicas adversas para hacer castillos, especialmente en verano. Esta es la principal conclusión del estudio “Retos del hecho casteller ante el cambio climático”, elaborado por el Instituto Universitario de Investigación en Sostenibilidad, Cambio Climático y Transición Energética (IU-RESCAT) de la URV, por encargo de la Cátedra URV para el Estudio del Hecho Casteller. Los autores del estudio son Òscar Saladié Borraz (coordinador), Anna Boqué Ciurana, Jon Xavier Olano Pozo, que hacen investigación en el Departamento de Geografía de la Universidad, y Oliveras Sevil Estela-Thompson, estudiante del último curso del grado en Geografía, Análisis Territorial y Sostenibilidad de la URV, que tiene una beca de investigación adscrita a este proyecto.
El análisis del periodo 1951-2023 ha permitido detectar una tendencia al incremento de la temperatura, estadísticamente significativa, en los diferentes casos de estudio, que oscila entre +0,42 °C por década el 24 de junio (12-15 h) en Valls y +0,30 °C por década el 15 de agosto en La Bisbal del Penedès (12-15 h). La combinación de temperatura y humedad muestran un patrón muy similar con respecto al Índice de Calor: disminución de las festividades con un IC neutro, predominio de años calificados como “precaución” y aparición de años calificados como “precaución máxima”.
Para obtener los resultados se instalaron sensores de temperatura y humedad en 11 festividades castelleras, entre el 24 de junio y el 1 de septiembre de 2024. Los datos muestran que la temperatura superó los 30 °C en 7 de estas festividades. Las temperaturas más elevadas registradas fueron: 34,6 °C en la plaza de la Vila de Vilafranca del Penedès (30 de agosto); 34,4 °C en la plaza de la Vila de Torredembarra (1 de septiembre) y 33,9 °C en la plaza Vella del Vendrell (26 de julio). La temperatura en la plaza es más elevada al sol que a la sombra. Hasta 4 °C de diferencia durante la Diada de Sant Fèlix en Vilafranca y 3,8 °C tanto en la Diada de Sant Joan en Valls, como en la Diada de Santa Anna en El Vendrell y en la Diada de Santa Rosalia en Torredembarra.
En la gran mayoría de los casos la temperatura es más elevada en las plazas que en el entorno rural más inmediato. Las diferencias están en parte justificadas por la distancia entre la plaza donde se realiza la actuación castellera y la estación meteorológica de y por la utilización de sensores diferentes. Pero el papel clave lo tiene el fenómeno de la isla de calor urbana. Las mayores diferencias se dieron en el caso de la Diada de la Festa Major de la Bisbal del Penedès (+3,6 °C de media) y la Diada de Sant Fèlix en Vilafranca del Penedès (+3,5 °C de media). Hay un predominio de festividades en el que los valores del Índice de Calor se encuentran en el rango considerado de “precaución”. En las festividades de Santa Anna en El Vendrell, Firagost en Valls, Fiesta Mayor de Llorenç, Sant Magí en Tarragona, Sant Fèlix en Vilafranca del Penedès y Santa Rosalia en Torredembarra, durante un espacio de tiempo más o menos largo, el IC estuvo dentro del rango de “precaución máxima”. El valor más alto del IC tuvo lugar durante el Día de San Félix (38,24ºC). También cabe destacar los valores máximos alcanzados durante la Diada de Santa Anna del Vendrell (38,09ºC) y la Diada de Santa Rosalia en Torredembarra (38,02ºC).
Medidas a adoptar
Para la investigación se realizaron también una serie de talleres participativos con 10 grupos y 109 castellers permitieron determinar, de manera cualitativa las situaciones meteorológicas más favorables y más adversas para hacer castillos, teniendo en cuenta temperatura, humedad, viento, insolación/nubes y lluvia. El mismo ejercicio se hizo cualitativamente en el caso de la temperatura. Los castellers consideran que tanto la temperatura como la humedad no deberían ser altas o muy altas (evitar la chubascos), que es positivo que el cielo esté un poco nuboso y, por supuesto, que no debe llover ni tampoco debe hacer un viento fuerte, y aún menos ráfagas. En el caso de la temperatura establecieron un rango óptimo para hacer castillos (18,5ºC y 25,5ºC) y un umbral extremo (>34ºC) por encima del cual debería plantearse, por motivos de seguridad de castellers y público, no hacer castillos. En ningún día se superó este valor, pero queda claro que las condiciones meteorológicas óptimas para hacer castillos no se dan en verano.
Los talleres también sirvieron para plantear medidas de adaptación, teniendo en cuenta su prioridad y su viabilidad (económica, técnica/tecnológica y sociocultural) clasificadas en seis categorías de medidas: cuando tienen lugar las festividades, duración de las festividades, espacio físico donde se hacen las festividades, alimentación/hidratación de los castellers durante la festividad, equipamiento (camisas) de los castellers y dotaciones sanitarias en plaza. De estas categorías derivan, en un primer nivel de concreción, once grandes medidas y, finalmente, en un segundo nivel de concreción quedan 45 medidas, todas ellas valoradas según su prioridad y viabilidad.
Una de las conclusiones del estudio, presentado este lunes en el Campus Catalunya de la URV por sus autores, es que hay que debatir sobre qué medidas de adaptación se deben diseñar e implementar para hacer frente a la situación, con el objetivo principal de priorizar la seguridad de los participantes y preservar el patrimonio y el carácter identitario que encarnan los castillos. Según los autores del estudio, este objetivo sólo se conseguirá con la colaboración de los castellers, los organizadores de las festividades y la administración pública.