Esta tarde se ha formalizado en la sala de la Comisión de Gobierno el ingreso al Archivo Municipal del Fondo Foto Comas, a través de la firma del contrato de donación por parte de los hermanos Francesc y Josep Comas Castellsagué.
El fondo Comas está integrado por alrededor de 40.000 fotografías, la mayor parte, negativos en blanco y negro y también en color de entre los años cincuenta y noventa del siglo pasado, además de una pequeña parte de documentación relacionada con las diversas asociaciones con las que los titulares se han vinculado a lo largo de los años, como la Federación Catalana de Fotógrafos Profesionales (que en Francesc cofundà), la Asociación de Fotógrafos Profesionales de Granollers y Comarca, y la Confederación Nacional de Fotógrafos Profesionales.
También incluye unas cincuenta reproducciones en papel de diferentes formatos.
Las imágenes son retratos de estudio individuales y familiares, parte de los cuales, con motivo de celebraciones como comuniones o bodas.
Muchas personas, granollerinos y del resto de la comarca, tienen en casa fotografías de estudio hechas en Can Comas, unas imágenes con personalidad propia.
Con la firma del contrato, el Archivo se compromete a una serie de cláusulas que permitirán el tratamiento archivístico de este conjunto fotográfico de valor cultural e histórico para la ciudad.
Un negocio casi centenario
El padre de Francesc y Josep, Joaquim Comas Masuet, abrió el negocio de Fotografía Comas en el año 1929 en el mismo lugar donde se encuentra ahora, en la carretera, c.
Anselm Clavé, 79, que entonces era la calle del Dr. Robert.
Joaquim era un fotógrafo vocacional y autodidacta que se inició en el mundo de la fotografía en un laboratorio de Barcelona, donde adquirió amplios conocimientos en la técnica de revelado y dominio del viraje (procedimiento para preservar la imagen u obtener un efecto estético determinado).
Fue, también, un pionero en el tratamiento de la luz natural.
Fotografía Comas se especializó en retrato de estudio, sobre todo de tipo familiar e infantil.
La primera cámara con la que trabajaron era de madera, voluminosa y con rodillas para poder moverla.
La segunda generación, los hermanos Francesc y Josep Comas, coge el relevo del negocio a partir de los años cincuenta.
En la década de 1960, la cámara de madera fue sustituida por una de marca alemana, una Rolleiflex, y más adelante llegó otro tipo Hasselbrad, una Mamya, todas, analógicas.
Actualmente, en plena era digital, regenta el negocio la tercera generación de la familia, los hermanos Esteve y Montserrat, hijos de Josep.