El AMB ha finalizado el cierre perimetral que blinda la playa de El Remolar de Viladecans, entre las desembocaduras de la riera de Sant Climent y la del lago de El Remolar, con el objetivo de favorecer la nidificación de especies protegidas como el chorlitejo camanegro. Este sector permanecerá cerrado al público hasta el próximo 31 de julio.
La playa de El Remolar es una playa natural incluida dentro de la Red Natura 2000 y declarada zona de especial protección para las aves. Desde 2021, se cierra temporalmente y se convierte en un pequeño refugio donde el sendero y otras especies de aves pueden alimentarse y reproducirse tranquilamente.
En el resto de playas metropolitanas también se adoptan diferentes medidas con el fin de potenciar la nidificación del sendero, como por ejemplo, no cribar y no utilizar ningún tipo de maquinaria en las playas incluidas en las zonas de especial protección para las aves. En estos lugares, se hace la limpieza manualmente y se deja una distancia mínima de seguridad por delante de los cerrados de palo y cuerda dunar.
Daniel Palacios, jefe del servicio de playas del AMB, afirma que “este es un ejemplo de gestión que constata el equilibrio entre la preservación ambiental, la mejora de la biodiversidad y los usos sociales de las playas. No es incompatible el hecho de que las playas metropolitanas sean el espacio público más visitado de la metrópolis de Barcelona —con 11 millones de usuarios— con la coyuntura de que estos sean unos espacios naturales de alto valor ecológico y hábitat de muchas especies de aves como el chorlitejo camanegro”.
En Viladecans, las playas de La Murtra y La Pineda están abiertas a los usuarios y disponen de servicios y de zona de aparcamiento habilitada.
El chorlitejo camanegro (Charadrius alexandrinus) es una especie protegida tanto a escala autonómica como estatal, y su hábitat es el ecosistema litoral.
La población catalana se concentra mayoritariamente en el delta del Ebro. Sin embargo, en el delta del Llobregat, la presencia de esta especie fue notoria hasta los años 1990–2000. A partir de entonces, se produjo un descenso drástico y desaparecieron el 85 % de las parejas, que pasaron de 150 a tan solo unas 25.
Como otras especies, son muy sensibles a los impactos vinculados a las playas (presencia humana, ataques y esorbos de perros, depredación por ratas, etc.). Además, el periodo de nidificación —entre la primavera y el verano— coincide con la época de mayor presencia de usuarios y bañistas en las playas.
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