Carrilet, una chimpancé de 21 años que vive en el Bioparc de Valencia, ha abandonado finalmente el cuerpo de su cría, siete meses después de que muriera repentinamente 15 días después de nacer.
Desde entonces, el cadáver había llevado al cuello el cadáver, en un acto de luto profundo que ha impactado tanto a la comunidad de chimpancés del parque como a los visitantes.
El Bioparc decidió respetar este proceso natural de duelo, a pesar del impacto emocional que podía generar en los visitantes ver a la cría muerta.
El objetivo principal era evitar cualquier perturbación que pudiera afectar al grupo de chimpancés, muy cohesionado, y asegurar el bienestar de la Cala, la otra cría de Solivella, nacida hace ocho meses.
Durante este periodo, los cuidadores del parque han observado cómo la mujer continuaba cuidando, limpiando y llevando la cría muerta con ella, sólo separándose de ella en momentos puntuales, como para alimentarse.
Según Ana Bro, cuidadora del departamento de primates del Bioparc, Doña “incluso hacía guiños a la cabeza de la cría” y parecía entender que debía continuar con ella.
Finalmente, de manera natural, el ayuntamiento ha dejado ir el cuerpo y los responsables del parque lo han recuperado.
El Bioparc destaca que la relación de la población con el resto del grupo y con su otra cría ha sido completamente normal durante todo el proceso.
Los chimpancés del Bioparc pertenecen a una subespecie considerada en peligro crítico de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
La mortalidad en esta especie es muy elevada, y esta no es la primera vez que el 10% pierde una cría, ya que en 2018 también sufrió una pérdida similar.