La Fiscalía ha pedido un total de 12 años de prisión para un hombre que maltrató a su pareja durante meses hasta el punto de querer obligarla a comerse a su mascota después de que él le cortara el cuello.
El hombre está acusado de un delito de malos tratos habituales a su pareja, otro de lesiones, uno de amenazas continuadas y un delito contra la integridad moral, además de un delito de maltrato animal.
Los hechos sucedieron en 2021 en Picassent, en Valencia, según ha avanzado ‘Levante-EMV’, cuando el hombre, que ya había maltratado a la mujer durante meses, se enfadó con ella porque, según él, le había escupido. Ella ha explicado que lo hizo sin querer mientras soplaba algunos cabellos que se le habían quedado pegados a la máquina de cortar el cabello.
Como castigo, el acusado cogió un cuchillo y le puso en el cuello, diciéndole que la mataría y que “merecía morir para escupirlo”. También le dijo que tiraría su cuerpo a la chimenea y que tiraría sus dientes al campo para que nadie pudiera identificarla.
Aunque el acusado no llevó a cabo sus amenazas, sí acabó desfogando su ira contra la mascota de la acusada, un conejo blanco. Cogió el mismo cuchillo con el que la había amenazado a ella, le cortó el cuello al animal delante de ella y luego lo cocinó, intentando que ella se lo comiera “como lección”. Ella no lo quiso hacer y el hombre le dio un golpe de puño en el ojo.
Este fue el hecho que forzó a la chica a acabar denunciando los hechos, pero durante los cuatro meses que había durado la relación ya había habido varios episodios de malos tratos e incluso torturas.
Cuatro meses de malos tratos y torturas
De hecho, cuando solo hacía un mes que estaban juntos, el hombre ya la obligó a ir a vivir con él. A menudo la maltrataba físicamente porque no le gustaba su ropa o no estaba de acuerdo con algo de ella. En un hotel, por ejemplo, la golpeó a manos, brazos y piernas con un garrote.
Un mes después, en su casa, la ató de brazos y piernas, la puso de cabeza para abajo y la amenazó, diciendo que le cortaría el cuello y la tiraría a la chimenea. La mujer, que creía que él podía llegar a cambiar, nunca fue a un centro médico para valorar las heridas que él le hacía.
En una ocasión incluso la torturó, obligándola a caminar de rodillas con el suelo lleno de arroz. Si ella quería o se acochaba, la golpeaba con un garrote. Tenía a la chica totalmente dominada y la sometía constantemente desde una situación “de poder” y “por el simple hecho de ser mujer”, según la Fiscalía.