Una mujer, M.B.B., ha sido condenada a 22 años de prisión, 12 por un delito continuado de abusos sexuales y 10 por un delito de prostitución de menores de 16 años, cuya víctima era su propia hija, de 12 años, que padecía una discapacidad y estaba acogida en un centro.
También ha sido condenado por los mismos delitos a 17 años de prisión un hombre, F.N.F., amigo de la mujer, que tenía antecedentes por delitos de índole sexual, ya que en 2013 había sido condenado a seis meses de prisión por un delito de exhibicionismo y provocación sexual con víctima menor, aunque obtuvo una suspensión condicional de la pena.
Según la sentencia, la víctima explicó que su madre aprovechaba la visita al centro de acogida los viernes para llevarla a la casa del hombre y, “aprovechando su condición de progenitora, y a cambio de una cierta cantidad de dinero, obligaba a su hija a dejarse hacer a fin de que este satisficiera sus deseos sexuales”.
El hombre, “conocedor de la edad de la menor y de su limitación intelectual, la llevaba al único dormitorio que tiene la vivienda y, una vez allí, la desnudaba, la besaba y le tocaba los pechos y zonas íntimas, habiendo llegado a introducir sus dedos dentro de la vagina” de la menor, “todo esto mientras se masturbaba”.
Cuando terminaba, le daba a la niña 5 euros, además del pago que efectuaba a la madre, que oscilaba entre 25 y 30 euros por estas prácticas, que “se repitieron un número no determinado de veces”.
Los delitos de abusos sexuales han tenido que ser revisados de oficio por la entrada en vigor en septiembre de 2022 de la ley del ‘solo sí es sí', aunque en este caso no ha variado las penas que les habían sido impuestas por ambos delitos.