¿Por qué este salto a la política, que conlleva el abandono de su puesto al frente del Colegio de Abogados?
Me designaron presidente de la sindicatura provincial para el referéndum del 1 de octubre. A raíz de este hecho, se me dirigieron varios ciudadanos tortosinos haciéndome planteamientos políticos. Creamos la plataforma Tortosa Sí, con el propósito de ejercer de lobby para incidir en las decisiones, sobre todo territoriales, de los poderes políticos. Poco tiempo después, gente cercana a ERC nos reveló que no disponían de candidato para las elecciones municipales. Después de una serie de contactos, fui yo la persona escogida, cosa que me halagó. Cabe decir que yo no soy militante del partido y que muchas de las personas que estoy aportando al equipo tampoco lo son, pero esta colaboración me está gustando.
Toma el relevo del concejal Monclús. ¿Cómo afronta este reto?
En política, la frescura es imprescindible. La gestión de los órganos colectivos se basa en el relevo sucesivo de personas que aportan ideas en positivo. Josep Monclús ya ha hecho su aportación a la política. Estoy convencido de que todos los que nos presentamos a las municipales lo hacemos con la intención de sumar.
¿Qué necesita Tortosa?
Yo he dicho en más de una ocasión —y se me ha criticado— que la ciudad no está tan mal. No tenemos un punto de partida más deficiente que el de otras poblaciones similares.
A mi parecer, lo que le falta es un proyecto. No sabemos dónde vamos. Los órganos de gobierno del Ayuntamiento hacen cosas (las piscinas, el puente...) sin un hilo conductor. Hace falta un proyecto a largo plazo: 5, 15, 20 años. Y para eso hacen falta muchos consensos, por eso subrayo que hay que hacer política con la mano tendida a la oposición.
¿Estamos proyectando Tortosa al mundo como una ciudad ecológicamente sostenible? Yo creo que no, y es muy importante hacerlo. Disponemos de la marca Reserva de la Biosfera, que nos acredita como uno de los mejores lugares del mundo donde vivir. Hay muchos profesionales que, sin ser freelance, pueden residir en un lugar diferente de donde está la sede de su empresa. Pueden trabajar en Barcelona, pero vivir en una unifamiliar en Tortosa, que les cuesta lo mismo que un piso en la capital catalana. Y cuando salen de casa disfrutan de aire puro. Las nuevas tecnologías nos tienen que permitir recuperar población.
En las Tierras del Ebro falta oferta formativa de tercer ciclo.
La tenemos que mejorar, sin duda. Nuestro equipo está trabajando en ello. Tortosa sería un lugar idóneo para cursar el grado en Ciencias Ambientales, por ejemplo. Ahora bien, no podemos ofrecer la misma variedad formativa de una capital de un millón de habitantes, porque no la llenaremos y tampoco disponemos de los servicios que la acompañen, como un tren que una Tortosa y la capital catalana en menos de una hora.
¿Le preocupa el transporte?
Es un problema. A pesar de disponer de una buena empresa privada de autocares, necesitamos un servicio ferroviario de calidad, y es un tema por el cual ERC luchará. De hecho, ya lo estamos haciendo. Hay que unir con el AVE Tarragona y Castellón. Después de esto, tenemos que ser suficientemente fuertes para que este tren tenga parada en las Tierras del Ebro. También necesitamos una buena comunicación ferroviaria con Reus, que nos permita llegar en 30 minutos al aeropuerto.
Una vía rápida con Aragón también es importante, entre otras cosas porque nos facilitaría el acceso a las comarcas del norte de las Tierras del Ebro. Si no tenemos una buena comunicación entre nosotros, nunca nos creeremos que somos Tierras del Ebro. No puede ser que a un ciudadano de Móra le resulte más cómodo ir a Reus que a Tortosa, cuando esta es la capital de las Tierras del Ebro.
Por otro lado, aprovechando que se tiene que ejecutar la A7, no tenemos que olvidar la parte norte del Montsià. No puede ser que Ulldecona y la Sénia estén aisladas. Tienen el mismo derecho a desarrollarse que cualquier otra población. Esto excede la competencia municipal, pero es una postura necesaria para capitanear la capitalidad de las Tierras del Ebro. El alcalde de Tortosa debe ser capaz de crear red entre los municipios, de crear país, de crear sentido de territorio.
Dicen que en la capital del Baix Ebre hace falta más industria.
Seguramente con la idea de que haya nuevos puestos de trabajo. Ahora bien, cuando la industria manufacturera está lejos de los centros de logística (Barcelona, Valencia, Madrid, Zaragoza...), cuesta más que lleguen nuevas empresas, porque el transporte encarece el producto. Sin embargo, esto no nos tiene que hacer tirar la toalla, porque disponemos de muy buenos sectores industriales. Es el caso del agroalimentario. El producto está aquí, no en la capital catalana. Hay que poner en valor la marca Reserva de la Biosfera y ver qué le conviene a la Administración para que la industria agroalimentaria tenga referente propio en las Tierras del Ebro. Hace muchos años que asesoro empresas de este sector, y sé que es la marca propia, y no el consumo masivo, lo que da valor añadido. Tengamos en cuenta que a la población cada vez le preocupa más consumir productos que sean garantía de salud.
¿Qué podemos hacer para atraer más turismo?
No tenemos una orientación clara sobre qué tipo de turismo queremos. Tenemos que buscar un turismo especializado. Tenemos unos paisajes maravillosos y un patrimonio arquitectónico impresionante. Necesitamos el capital mínimo imprescindible para empezar a rehabilitar este patrimonio, y situarlo en el mundo. En Londres, en París o en Moscú, seguramente hay gente interesada en saber que en nuestro territorio se pueden ver flamencos a 100 metros de distancia y cabras a 200 metros. Saber que hay una muralla que tiene casi 2000 años y una longitud de siete kilómetros, única en el mundo.
Hay que focalizar la oferta turística en el visitante que sepa valorar lo que le estamos vendiendo. Que no venga a Tortosa porque le viene de paso, sino porque las Tierras del Ebro son atractivas por muchas razones. Es decir, el turista residente, que se pase unos cuantos días.
Y esto va ligado con la industria agroalimentaria. Que el turista sepa que a 50 kilómetros tenemos uno de los mejores vinos del mundo, una producción de arroz con origen certificado, uno de los principales productores de aceite del estado español y unos cítricos incomparables a pie de carretera.
La presencia de este turismo especializado podría ser suficientemente dinamizadora para dotar de servicios paralelos el territorio. Así dispondríamos de más masa crítica, que es lo que estamos pidiendo cuando pedimos industria.
¿Por qué hay una parte de la sociedad española tan molesta por la posibilidad de que Cataluña se independice?
Un sector importantísimo de la población española tiene catalanofobia, fomentada por determinados partidos políticos y grupos de la prensa. España es prácticamente uniforme porque desde el centro se ha castellanizado, y al resto de españoles les ha ido muy bien. Nosotros no nos hemos dejado castellanizar: nos hemos mantenido como pueblo independiente y autónomo. Si en España hubieran respetado nuestra diferencia, seguramente tendríamos menos voluntad independentista. Sin embargo, les da miedo el hecho de que seamos diferentes. Cuando ven que Cataluña no se puede uniformizar, acaban rebelándose contra todo lo que es catalán. No nos permiten marchar porque consideran que Cataluña es suya.
¿Es este el punto de vista tanto del partido socialista como del popular?
Entiendo que sí. Ahora bien, entre algunos grupos del partido socialista hay una sensibilidad más elevada que en formaciones como el PP y los Ciudadanos. Como en el caso de Podemos. No entienden que nos queramos separar, pero al menos escuchan nuestros planteamientos. Cuanto más elevado es el nivel intelectual del interlocutor, más fácil es que entienda tu posición. A la izquierda acostumbra a haber individuos que trabajan la intelectualidad, y es más fácil hablar con ellos. Este hecho explica la aparición de fenómenos como VOX: buscan el líder carismático que diga a la población lo que quiere sentir.
Después de todo lo que hemos vivido, ¿cómo ve el futuro de Cataluña?
Después de los hechos del 1 de octubre, cuando intentaron desmantelar económicamente Cataluña sin conseguirlo, todo lo que nos espera es mejor.
Estoy seguro de que seremos independientes, pero lo seremos si lo hacemos con conocimiento, un paso tras otro. Quisimos ir demasiado rápido. Hay que buscar los mecanismos adecuados para volver a salir adelante.
Conseguiremos recurrir a las diferentes instancias, hasta que lleguemos al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. Hay muchísima gente que presenta demandas por las decisiones injustas del estado español. Estrasburgo se irá posicionando y marcando directrices. Entonces todo lo que el estado español ha hecho mal hecho no lo podrá volver a hacer. Es muy importante internacionalizar la causa, poner en valor nuestro derecho a la autodeterminación en el mundo.
Estamos hablando de años. Y nos hicieron pensar que sería cuestión de meses.
Es cierto. Ahora bien, si no hubiéramos aceptado el plazo de 18 meses no se habrían podido salir adelante las iniciativas de cara al proceso, porque no habríamos tenido suficiente apoyo al parlamento catalán. Lo que se hizo no fue adecuado.
¿La DUI fue un error?
La no-DUI. En el lugar del Presidente, yo habría hecho lo mismo. Para crear el estado catalán hace falta reconocimiento internacional. Parece ser que había conversaciones avanzadas con un par de estados, uno de los cuales tenía que servir de banco para que el Estado catalán tuviera recursos. Aparentemente, pocos días antes del 1 de octubre, la actividad diplomática del Estado español boicoteó las posibilidades de Cataluña de salir al mundo como estado propio. Ante este hecho, había dos posibilidades: o bien desinflarlo todo o bien continuar adelante y ejercer presión internacional. Yo creo que Puigdemont acertó escogiendo la segunda opción. Al final no consiguieron reconducir la situación y no les quedó alternativa. Ir más allá habría sido una ruina económica.
¿El Presidente hizo bien al marcharse?
Yo pienso que sí. Más que por estrategia, creo que hubo un golpe de suerte, y su exilio nos situó en la discusión jurídica europea. Sin embargo, no hizo bien al decir "Votadme, que volveré", porque él ya sabía que no volvería como presidente de la Generalitat.
¿Ha visitado a los presos políticos?
He visto a Oriol Junqueras, Carles Mundó, Carme Forcadell y Raül Romeva. En Lledoners coincidí también con Jordi Sánchez y Jordi Turull, antes de la huelga de hambre. Cuando marchaba, Junqueras me dijo "¡Mucho ánimo!". Es un hombre de una fortaleza absoluta. Sabe que lo condenarán a 25 años y me aseguró que no pedirían el indulto. El siguiente paso será Estrasburgo, y esperamos que lo liberen. Se habrá estado en la prisión siete u ocho años.
¿Es Junqueras un hombre más coherente que Puigdemont?
Para mí sí. Cabe decir, sin embargo, que el tándem que los dos formaban era muy eficaz. Puigdemont es un estratega, y en un proceso tener la razón no es suficiente: hay que demostrarla. Junqueras es un filósofo que tiene clarísimo qué queremos y cómo lo queremos.
Gracias a la unión de los dos, los poderes políticos españoles se creyeron que, efectivamente, había independencia. Yo estoy llevando los procesos de lo que pasó en Roquetes el 1 de octubre. He pedido la copia del acta de la actuación policial de aquel día y no me la dan. Los policías no vinieron a impedir la votación; Rajoy sabía que no podía impedir el referéndum. Les demostramos, con la participación a las urnas, que somos un pueblo unido.
¿Hay separación de poderes en el estado español?
En los tribunales ordinarios sí. Yo trabajo en muchos juzgados de todo el Estado español, y hay una buena calidad de la justicia civil. Ahora bien, cuando no hay un referente previo del conflicto, las cosas cambian. El problema del proceso es que no nos podemos basar en ninguna jurisprudencia previa. Por eso es tan positivo llegar a Estrasburgo, porque este tribunal fija las líneas.
Por otro lado, todo el debate sobre el proceso se caracteriza por un gran componente subjetivo. No es casualidad que haya llegado al Tribunal Supremo. Los jueces de esta instancia están allí porque quieren formar parte del principal tribunal de España. El sentimiento de un miembro del TS es por España. El juez Llarena ha llegado a decir "Nos sentimos atacados en nuestra integridad como estado", en primera persona. Sienten el problema como si fuera propio. El juez del TS se siente personalmente molesto por el independentista, con lo cual pierde la neutralidad. Es imposible esperar justicia. Cuando hablamos de España, no hay separación de poderes.
¿Qué aportará Estrasburgo?
Una sentencia absolutoria de los líderes políticos acusados.