Hugo Núñez, coordinador de los socorristas de la Cruz Roja en Tarragona: "La gente no tiene una percepción real del peligro, piensa que por saber nadar no le pasará nada"

28 de julio de 2022 a las 09:46h

¿Cree que la figura del socorrista está validada entre la ciudadanía?

No lo está. Podemos diferenciar entre dos tipos de usuario. Por un lado, tendríamos el perfil de gente mayor que habitualmente va a la playa, que nos tiene vistos, ve cómo patrullamos, cómo hablamos con los demás usuarios y cómo damos avisos. Este es el usuario que más caso nos hace. Después tenemos el otro perfil, el del adolescente, que no es consciente del peligro y cuesta más que nos escuche.playa

¿La mortalidad por ahogamiento en las playas se ha reducido o aumentado?

Hoy en día en el mar Mediterráneo durante un día de servicio, siempre que la playa sea vigilada, es muy difícil que se produzca un ahogamiento. Hay muchas técnicas nuevas y la gente cada vez está más informada. También los servicios van ganando profesionalidad y material. Es difícil que alguien se ahogue, aunque puede pasar porque el socorrista es uno y tiene bajo su vigilancia unas 1.000 o 2.000 personas. Lo que es más fácil es que alguien sufra un infarto, una embolia u otra patología que podría darle en el sofá de casa y le pasa en la playa, donde la situación física del cuerpo es un poco más extrema.

¿Existe un perfil de personas que sean más vulnerables?

Sí, nosotros tenemos lo que llamamos usuarios de riesgo. Son aquellas personas de las cuales el socorrista tiene especial atención, aquí entrarían los extremos de peso, tanto gente con peso elevado como con peso muy bajo, los extremos de edad, gente mayor y bebés, personas foráneas, es decir, personas que no conocen la playa. La gente con alguna discapacidad física o psíquica, que no es capaz de detectar el peligro o por tema de movilidad no puede salir del agua, y los usuarios que utilizan un material inadecuado, como la gente que se baña vestida, ya sea para protegerse del sol o por su cultura, son las más vulnerables. Ya que la ropa pesa y te puede tapar la cara produciendo una sensación de ahogamiento.

En caso de ver a alguien en situación de peligro, ¿cómo debemos actuar?

Lo más importante, aunque parezca extraño, es no entrar en el agua. Muchas veces vemos, sobre todo en playas no vigiladas como es el caso de la Waikiki, usuarios que con afán entran en el agua para ayudar y acaban necesitando ser rescatados. El usuario debe tener muy claro que si alguien se está ahogando en una zona de peligro lo primero que debe hacer es contactar con algún socorrista, y si es una playa no vigilada debe llamar al 112, el cual activaría el servicio de salvamento de socorrismo más cercano o el servicio de salvamento marítimo.

¿Cómo se coordina a los socorristas repartidos por todas las playas tarraconenses?

Con mucha paciencia (ríe). Somos un servicio que hace 56 años que se realiza y con un equipo de 51 personas. Tenemos la ventaja de que con tantos años hemos ido aprendiendo de todos los errores y nos hemos formado cada vez mejor. Somos mucha gente, cada uno con sus problemas e incidencias de 50.000 formas diferentes. Cuando pensamos que lo hemos visto todo, de repente nos sorprende algo. Pero tenemos la suerte de ser un gran equipo y tener mucha formación. Acabamos haciendo el mejor servicio que se nos puede pedir.

¿Considera que hay suficientes socorristas?

Desde que salió la nueva legislación hubo mucha gente que se quedó desbancada. Pasamos de tener exceso de socorristas a que muchas empresas o servicios se quedaran sin personal. Actualmente estamos en un proceso de cambio donde la situación se ha regulado y todo el mundo que quiera trabajar de socorrista debe recibir una formación y unas técnicas concretas, esto tiene la gran ventaja de que, en principio, todos trabajamos igual y con la misma formación. Hemos reducido muchísimo el número de socorristas pero tenemos la gran suerte de no vivir en este contexto. Nuestro perfil de trabajador no es solo el socorrista que cubre la temporada, sino los mismos voluntarios que están durante todo el año en el programa de salvamento marítimo.

¿Algún caso que le haya marcado?

Si hablas con cualquier compañero que lleve años trabajando como socorrista te dirá que la primera reanimación que haces o la primera muerte que pasa delante tuyo es lo que marca. Con el tiempo lo que más te marca es aquella actuación que haces con los compañeros y te lleva muchas horas. Esto une mucho al equipo.

¿Cuántos avisos llegan a atender en un día?

En todo el servicio de la localidad de Tarragona entre 100 y 200 avisos. Cubrimos 18 puestos de socorro diferentes con muchos kilómetros de costa y muchos usuarios.

¿Cuál es el tipo de aviso más frecuente?

Depende mucho de la playa. Si hablamos de la playa del Miracle, el aviso más frecuente es el que hace referencia a las rocas. Muchos usuarios van allí a saltar. Si hablamos de la playa de La Mora, tenemos el tema de los patinetes, que entran en la zona de baño. Cada playa tiene un tipo de aviso muy diferente.

¿Qué es lo más difícil de su trabajo?

Como socorrista el trato con el usuario. Cada día discutimos con alguna persona, incluso recibimos amenazas y agresiones. Cuesta mucho hacerle entender al usuario que hay cosas que no se pueden hacer. La gente no tiene una percepción real del peligro, piensa que por saber nadar no le pasará nada. A nadie le gusta que le digan lo que no puede hacer y esta es la parte más difícil y más dura de nuestro trabajo. Realizamos un trabajo para que el usuario esté bien y esto no se valora.

Y desde el punto de vista de coordinador la tarea más difícil es la de gestionar el personal. Siempre decimos que trabajar con material es muy fácil porque un lápiz hoy es un lápiz y mañana lo seguirá siendo, pero trabajar con personas es más complicado. Cada persona tiene sus cosas y el perfil de gente jovencita cuesta.

¿Qué les diría a aquellas personas que no valoran su trabajo?

Mucha gente no nos tiene respeto porque no tenemos autoridad como un policía y piensan que estamos allí pasando el rato. Nos toman el pelo y pasan de nosotros, y solo intentamos que el usuario pueda disfrutar de aquella instalación de una forma segura y sana. No tenemos intención de amargarle el día a nadie ni de molestar. Pedimos paciencia y que respeten las indicaciones que damos.