¿Qué significa Tarragona para Eduard Boada?
Para Eduard Boada, Tarragona es historia y futuro. Todo lo que tengo se lo debo a ella y a su gente. Gracias a esta ciudad, dos generaciones hemos podido ganarnos la vida, así que solo tengo palabras de agradecimiento. Soy un enamorado de Tarragona al que le gusta acercarse cada día hasta el balcón y acariciarlo. Pasear por la Parte Alta y tocar las piedras me emociona, me gusta imaginarme a todas las generaciones que han pasado y se han perdido por sus calles. Siempre digo que no me gusta viajar porque creo que aún no conozco lo suficientemente bien la ciudad y sus alrededores. Estoy contento de vivir aquí, no necesito nada más.
Entre otras cosas, se podría decir que se ha pasado la vida preparando bocadillos, pero ¿cuál es el que más se ha comido usted?
Pues, aunque parezca extraño, los que más me he comido y los que más me gustan son los más clásicos. El de tortilla a la francesa me encanta y si un Frankfurt es bueno, lo disfruto mucho.
¿Y el que más le han pedido?
El combinado, como por ejemplo el de bacon con queso. A mí me gusta el queso con queso y el bacon con bacon, nunca mezclo si me lo preparo para mí.
¿Por qué cree que la gente visitaba su bar y se convirtió en un referente?
Porque era un bar en el cual el reloj se había parado. Es decir, el tipo de gente que venía no tenía prisa, se acercaban por los bocadillos y para charlar conmigo. Yo hacía objetivos, no tenía egoísmos. Puedes preguntar a cualquiera de los trabajadores de los establecimientos de alrededor, soy amigo de todos ellos. Creo que, en definitiva, he tenido la suerte de hacer unos bocadillos diferentes, de innovar e ir más allá del bocadillo de jamón que se puede hacer uno mismo en casa.
¿Le costó tomar la decisión de bajar la persiana?
Muchísimo. Piensa que me jubilé por obligación y no por decisión propia, y si me encontrara bien aún continuaría detrás de la barra. Ha sido muy duro y añoro la compañía de las personas y sus conversaciones. Ahora me aburro, no quiero perder el contacto con la gente, los clientes se convirtieron en amigos. El bar ha sido mi vida, no conozco las vacaciones, pero, desgraciadamente, el cuerpo ha dicho basta. Ahora lo que me gustaría es traspasar el bar, enseñar a chicos y chicas a preparar bocadillos con mi técnica.
¿Cuál es esta técnica?
Todo tiene una técnica (ríe). Para elaborar un buen bocadillo se debe añadir la sal correctamente, más cantidad al inicio del bocadillo, para que cuando se dé el primer bocado dé gusto, e ir bajando de cantidad para no dejar la boca salada. Y como este hay mil trucos, como jugar con las temperaturas o la cantidad de aceite.
El bar lo abrió su padre y usted siguió sus pasos. ¿Le da pena que la siguiente generación no siga con el negocio?
Sí, pero me da pena por la tradición, aunque reconozco que es un trabajo muy esclavo, en el que te pasas muchas horas y te tiene que gustar y hacer feliz.
Si usted no hubiera seguido con esta tradición, ¿a qué se habría dedicado?
Hubiera dedicado mi vida a la fotografía, me gustan mucho las imágenes en blanco y negro.
Este año usted es el pregonero de las fiestas de Santa Tecla. ¿Qué sintió cuando se lo propusieron?
Me lo tomé a broma. Vino el exalcalde Ballesteros con la concejala Begoña Floria a casa para comunicármelo y yo no me lo creía. Hace muchos años que tengo una relación de amistad con el señor Ballesteros y pensaba que me estaba gastando una broma para alegrarme un poquito. Después, con el cambio de alcaldía, pensaba que ya no sería el pregonero, pero el alcalde actual, Pau Ricomà, me dijo que adelante, que le hacía mucha ilusión.
¿Ya tiene preparado el discurso?
Sí, ahora me están ayudando con las correcciones. Aunque tengo que decir que a mí me gusta improvisar y según cómo me encuentre aquel día saldrá de una manera o de otra. Dura unos 20 minutos y se puede resumir en que es un acto de agradecimiento a todos aquellos que me han ayudado a lo largo de mi vida. A todos aquellos artistas locales que son muy valiosos y que no sabemos cuidar como merecen, y a los trabajadores anónimos que nos dejan las calles limpias cada mañana y que no sabemos apreciar. Solo pensamos en lo sucia que está Tarragona, pero está así porque no la cuidamos, no por un trabajo mal hecho por parte de ellos.
¿Qué es lo que más le gusta de Santa Tecla?
El Ball de Dames i Vells. Durante la Santa Tecla pasada me dedicaron una estrofa y eso me hizo muy feliz. Los castells también me gustan, pero me hacen sufrir. No somos conscientes de que en Tarragona tenemos la oportunidad de recordar Santa Tecla cada día, solo hay que acercarse a la plaza Corsini y mirar el reloj. Con el séquito y el Amparito Roca de fondo es fiesta cada día.
¿Qué hobbies tiene?
Me apasiona la música clásica y la de fiesta mayor. Por eso cada día escucho un concierto. Cuando hacía la mili entré en la banda de música y me enamoré. Yo no tenía talento, pero me gustaba. Creo que el bar es como una banda de música, tienes que ir al tiempo, ni muy rápido ni muy lento.
¿Es consciente del aprecio que le tienen los tarraconenses?
Sí, pero también pienso que cuando uno está enfermo la gente se acuerda más. Yo tengo una historia como la tiene todo el mundo, vaya al cementerio, se plante delante de un nicho y mire la foto y el nombre de la persona enterrada, también ha tenido su historia, una historia que ya ha acabado. Todos empezamos y acabamos, y yo estoy en el siglo final. Por eso muchas veces repito que no merezco los reconocimientos que me están haciendo.
Incluso le han dedicado un documental que lleva el nombre de 'La mida del temps' y que podremos ver el 15 de septiembre en la Antiga Audiència. ¿Qué encontraremos en este film?
Se trata de una pieza de 25 minutos con testimonios de personas que aún no sé quiénes son, aunque algunos se han filtrado (ríe), y que hablan sobre mi vida bajo la dirección del tarraconense David Aymerich, para quien solo tengo palabras de agradecimiento, tiene una paciencia y una preparación infinita. Me hace especial ilusión que la música haya sido hecha expresamente para la película. La veré por primera vez a la vez que todos vosotros, espero que guste mucho y se valore el trabajo.
Menciona que en el film diversos testimonios narran su vida. ¿Cómo la resumiría usted?
Sencilla y hasta ahora muy divertida. Me han pasado cosas muy curiosas y el premio más importante y que recibo cada día es el saludo de la gente por la calle. Deseo tener lo que tengo, un techo y una familia. A medida que te haces mayor necesitas menos cosas materiales y más aprecio, y ahora estoy en este punto.
¿Es feliz?
Esta es una pregunta complicada. Intento serlo, pero la felicidad no existe, es una nube que no puedes tocar. Sería más feliz si siguiera en el bar y no me encontrara mal.