Las altas temperaturas de las últimas semanas y la sequía que sufren los pinares catalanes han obligado al Departamento de Acción Climática a adelantar el tratamiento contra la procesionaria. El cambio climático ha hecho incrementar esta plaga que puede causar erupciones importantes en la piel si se tocan las orugas, o afectaciones graves en animales que las confunden con la comida.
Aunque es entre febrero y abril que suelen abandonar las bolsas blancas de las copas de los árboles donde pasan parte del invierno, el calor y la sequía han hecho que se adelantara y eso ha obligado a la Generalitat a actuar antes de lo que está previsto con el fin de capturarlas y evitar así que caigan al suelo.
Los técnicos han comprobado cómo esta plaga ha comenzado el proceso de bajar de los árboles antes de lo que habitualmente lo hacía, aprovechando las temperaturas suaves “inusuales del mes de enero”. De hecho, desde el Departamento señalan que la procesionaria ha ido a más en los últimos años, coincidiendo con el cambio climático.
Un problema creciente
Desde Acción Climática constatan que la procesionaria se ha convertido en un problema que crece en los pinares catalanes. En este sentido, la ingeniera forestal del Departamento Míriam Sangerman señala que ya hay 100.000 hectáreas afectadas por esta plaga, de las 800.000 que tiene el país.
Además, el cambio climático ha hecho que zonas como L’Alta Garrotxa o El Ripollès, tradicionalmente con poca procesionaria, ahora sean donde más crece. En el pinar de Xenacs en Les Preses (La Garrotxa) es fácil ver colas de orugas procesionarias desde hace unos años.
El motivo, remarca Sangerman, es que las condiciones para la especie son “más favorables”, ya que hay menos temperaturas extremas de frío que las matan y al mismo tiempo también hay menos parásitos. “La cuestión es que cada vez tenemos más población, en un contexto de cambio climático”, concreta.
Con todo, Sangerman explica que las comarcas de El Solsonès y El Berguedà son las que más procesionaria registran, en buena parte porque los bosques son mayoritariamente de pino. El Bages también es una de las zonas afectadas.
Mortalidad de los pinos
Lo que también se está empezando a comprobar es lo mal que hace esta oruga en los pinos donde se instala, dentro de las clásicas bolsas blancas. Sangerman explica que la procesionaria se alimenta de las hojas de los pinos y muchos de ellos las acaban perdiendo todas. Esto, sumado a la sequía que sufren los bosques, hace que el árbol no tenga reservas en verano y muera..
Si esto ocurre se convierte en un problema desde un punto de vista de los incendios forestales, ya que el pino muerto quema mucho más rápido que uno sano y pasa a ser combustible en caso de que se declare un fuego.
Zona muy concurrida
Esta actuación contra la procesionaria se ha realizado en el pinar de Xenacs en Les Preses. El alcalde del pueblo, Albert Donés, explica que se trata de una zona “muy concurrida” especialmente los fines de semana con niños y familias. Esto, explica Donés, supone un riesgo añadido, ya que ya hay muchas orugas que han dejado el árbol.
De hecho, en este pinar estaba previsto que los niños de la escuela La Creueta de les Preses pasaran el Jueves Guardero, pero por precaución y ante la gran cantidad de procesionaria que hay se ha decidido suspender la actividad.