La comunicación digital ha irrumpido en la consulta del médico de familia.
Iris Alarcón, coordinadora del grupo de salud digital de la Sociedad Catalana de Medicina Familiar (CAMFiC), afirma que estas herramientas pueden facilitar la accesibilidad a la atención primaria pero advierte de las brechas digitales, sobre todo en personas mayores de nivel socioeconómico bajo.
La clave, cree, es saber cuándo se pueden utilizar las herramientas digitales: “Hay quien le irá mejor un QR, mientras que a otros les tenemos que dar un papel con letras grandes”.
Sobre el boom de la inteligencia artificial (IA), Alarcón ve un gran potencial y no teme que algún día los releve: “Ninguna herramienta digital puede sustituir el proceso de diagnóstico y el calor de los profesionales”.
La pandemia de la covid-19 ha sido un propulsor de las herramientas de comunicación digital en la sanidad catalana. Más de la mitad (56%) de la población asignada a un equipo de atención primaria había accedido al espacio digital ‘Mi Salud’ en 2022, mientras que en 2019 no llegaba al 6%, según datos recogidos por el Departamento de Salud.
Una de cada tres personas (31%) utilizó en 2022 la eConsulta para algún tipo de comunicación con el profesional de atención primaria, mientras que en 2017 este uso era prácticamente inexistente.
Iris Alarcón defiende que las herramientas digitales son una “puerta abierta” para “acercarse a la población”, ya que permiten ahorrar desplazamientos al centro de atención primaria (CAP) y resolver consultas que pueden “ser más o mentes ágiles”.
Ahora bien, deja claro que estas herramientas “nunca pueden sustituir la presencialidad ni la relación entre médico y paciente”.
También advierte que hay que explicar a los ciudadanos que la eConsulta no es “un chat o un WhatsApp”.
“A veces hay personas que la utilizan porque tienen una urgencia o un motivo de consulta que necesita respuesta rápida. La eConsulta no es un WhatsApp en el que nos aparece el mensaje en la pantalla, sino que tenemos un tiempo para responder”, señala.
La coordinadora del grupo de trabajo en salud digital añade que el uso de las herramientas digitales entre médico y paciente es muy adecuado cuando los dos ya se conocen y han hablado de la salud del paciente y de su contexto familiar y social. “Cuando hayan establecido una relación de confianza, será una muy buena herramienta para consultas más o menos rápidas y para seguimiento de temas”, afirma.
Alarcón pone este ejemplo: “Una persona que se controla la presión arterial y envía a la médica las cifras de la última semana porque ha hecho mucho calor y se siente mareada. La médica ya conoce a este paciente y sabe que sus tensiones están controladas y qué medicación se toma”.
Ahora bien, la coordinadora de este grupo de trabajo de la sociedad científica CAMFiC advierte de la brecha que puede separar a algunas personas de la salud y alerta de que el nivel socioeconómico es “un determinante digital importante”.
La edad y el género son otros factores y las personas migradas que no tienen la situación regularizada también sufren esta brecha.
Esta médica de familia considera que el código deontológico debería actualizarse para recoger los cambios digitales en la profesión.
“La salud digital debe servir para una salud accesible y equitativa para todos”, cree que debería ser la esencia detrás de esta ética y continúa: “La salud digital debe ser segura, para los usuarios y para los profesionales. Tenemos que sentar también las bases para que los profesionales nos sintamos tranquilos cuando utilizamos estas herramientas”.
Sobre los profundos cambios sociales que se avezan con la IA, Alarcón dice que desde el grupo de trabajo que coordina se encuentran “ilusionados” ante su potencial, sobre todo en la introducción de herramientas que deben facilitar la labor de los profesionales, a pesar de los retos que plantea.
Uno de los principal desafíos es la seguridad de los millones de datos que utiliza.
Pero algún día la IA podrá sustituir a la médica de familia? “No le tengo nada de miedo en este sentido a la IA, porque no puede hacer lo que hacemos las médicas de familia.
Mirar los ojos de una persona; consolarla cuando lo pasa mal: escucharla ante unos síntomas nuevos; llegar a un diagnóstico y explicarle para que lo entienda”, reivindica Alarcón, para remachar: “Los médicos de familia y la IA podemos ser buenos compañeros de viaje. La inteligencia artificial nos ayudará mucho a tomar decisiones clínicas y nosotros alimentaremos los algoritmos para que sean altamente científicos”.
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