El suicidio de un exgendarme francés ha arrojado luz sobre la oscuridad de una serie de asesinatos y violaciones sin resolver que se produjeron en la región de París entre 1986 y 1994. Antes de quitarse la vida, François Vérove dejó una carta dirigida a sus hijos donde confesaba ser el autor de todos aquellos crímenes. El hombre, de 59 años, había sido gendarme motorista en la Guardia Republicana entre 1983 y 1988 y después se convirtió en policía, también en una brigada motociclista en Marsella y después en Montpellier. Hacía años, sin embargo, Vérove se había jubilado y vivía en un pequeño pueblo del sur de Francia, donde se había dedicado a la política y había sido elegido concejal. A pesar de haber pasado 35 años desde los primeros crímenes que había cometido, la investigación seguía abierta y los investigadores creían que el autor podría haber sido gendarme en el momento de los hechos. Habían encontrado unas muestras de ADN, pero no sabían de quién era, así que decidieron hacer un cribado entre 750 posibles sospechosos, uno de los cuales se encontraba François Vérove. El pasado 24 de septiembre, el exgendarme recibió una citación para ser entrevistado el siguiente miércoles. Sin embargo, no se llegó a presentar. El lunes su mujer denunció su desaparición y el mismo miércoles en que tenía que ir a declarar encontraron su cadáver con una carta donde confesaba los crímenes. En la misiva, Vérove explicaba que había sido un asesino en serie, pero que había dejado su actividad criminal en el año 1997. Al parecer, lo habría hecho cuando conoció a su mujer y madre de sus hijos. La Fiscalía ha confirmado que el ADN de Vérove coincide con el encontrado en las escenas de los crímenes y la investigación se mantendrá abierta para ver si tenía algún cómplice y establecer cuántas víctimas habría en realidad.
