Los jóvenes no quieren trabajar en la construcción. La digitalización y las nuevas necesidades tecnológicas de las empresas generan miles de puestos de trabajo y cargos inexistentes hasta hace pocos años, ofertas más atractivas para los jóvenes. Según 'El Economista', los datos son demoledores: solo un 9% de los trabajadores de la construcción son menores de 30 años. La media de edad en el sector se sitúa en los 46 años. Por otro lado, y según el citado medio, el sector da trabajo actualmente a 1,2 millones de personas, claramente lejos de los 2 millones de trabajadores que se necesitan para cubrir las demandas que se generarán a raíz de la llegada de las ayudas del fondo europeo (fondo Next Generation que aprovecharán las empresas para digitalizarse). Prueba de este envejecimiento de la construcción es también que el número de estudiantes que cursan formación profesional relacionada con el sector ha caído un 50%.
Origen del envejecimiento
El origen de este cambio de paradigma es la crisis económica que vivió España en el año 2008. La burbuja inmobiliaria llegó a su punto álgido y finalmente estalló, perjudicando gravemente al sector de la construcción, que hasta aquel momento -debido a la enorme demanda y a la rentabilidad de los proyectos de construcción- podía ofrecer sueldos elevados a sus trabajadores. Años más tarde, sin embargo, el sector sigue con las mismas jornadas, duras condiciones de trabajo y sueldos sustancialmente más bajos. Esto provoca que los jóvenes se decanten, principalmente, por el sector servicios. Debemos hablar también de los nuevos procesos y nuevas necesidades en el sector servicios: marketing digital, community management y otros.
Cambio de mentalidad Fuentes del sector, como Fernández Alén, presidente de la Confederación Nacional de la Construcción, aseguran que es necesario un cambio de mentalidad en la construcción y, principalmente, una mejora de la imagen, haciendo el sector más atractivo para los jóvenes.
Alén asegura también que es necesario personal joven cualificado que se pueda adaptar a las nuevas formas de construcción, como la industrializada, que utiliza procesos automatizados alejados de las formas tradicionales.