La muerte de una cocinera en la prisión de Mas d’Enric, en El Catllar (Tarragonès), a manos de un recluso hace unas semanas hizo estallar ante la opinión pública general una antigua reclamación de los funcionarios de prisiones: la mejora de la seguridad. Los trabajadores de los centros aseguran que en los últimos años el perfil de los presos ha cambiado y esto ha aumentado las agresiones hacia ellos. La reclamación la han hecho sobre todo funcionarios de régimen interior, educadores y trabajadores del CIRE, como la cocinera. Pero los sanitarios de las prisiones también sufren agresiones y piden más seguridad. Uno de los colectivos sanitarios más afectados, según dicen, son los técnicos en cuidados auxiliares de enfermería (TCAI), que están en contacto directo con los reclusos.
Durante 2023 se vivieron 14 agresiones a algunos de los 280 sanitarios dentro de las prisiones catalanas, una de ellas de carácter sexual. El sindicato CSIF pide la presencia de funcionarios de vigilancia cuando pasen consulta con los internos y exige al Instituto Catalán de la Salud, de quien depende el personal sanitario de las prisiones, que defienda a sus trabajadores de forma efectiva ante cualquier forma de violencia y tome las medidas necesarias para garantizar la salud de todos sus trabajadores.
El equipo médico de Mas d'Enric explicó pocos días después del crimen que no hará atención médica programada en los módulos de la prisión si no se garantiza la presencia de un funcionario en la puerta del consultorio médico. Los sanitarios han decidido adoptar la medida por "la escalada progresiva" de agresiones en las consultas médicas y por la falta de medios y de funcionarios de prisiones.
En ocasiones, y debido a que no hay vigilantes, otros presos "entran y salen" de la consulta "sin respetar la intimidad de su compañero", hasta el punto de que se pueden juntar hasta tres pacientes a la vez en la sala, en situaciones que a veces son de tensión. Estas agresiones e intimidaciones no siempre se contabilizan porque los sanitarios no elevan ninguna queja. "Las graves y que se han elevado, después no se ha hecho lo que se debería hacer", lamentan.
El sindicato Metges de Catalunya también ha apoyado al personal médico de Mas d'Enric en sus reclamaciones de más seguridad en las consultas. El sindicato ha asegurado que los médicos penitenciarios están "especialmente expuestos" a posibles situaciones de violencia por su proximidad física con los reclusos en un espacio "reducido y privado".
Insultos y agresiones por el cambio de perfil de los presos
Los TCAI son mayoritariamente mujeres y normalmente en un número superior al de enfermeras o médicos. Reparten la medicación a los presos y están presentes en las visitas de los internos a las consultas médicas de los centros penitenciarios. Esto hace que tengan mucho contacto con los reclusos y aumenta el riesgo de insultos, vejaciones o agresiones.
Verónica, delegada del sindicato IAC-CATAC, es una TCAI que antes trabajaba en una unidad de urgencias médicas y desde hace ocho años lo hace en la prisión de Quatre Camins, en La Roca del Vallès. Explica que cuando tiene que repartir la medicación a través de una ventanilla se siente más segura, pero también puede recibir insultos. El problema más grave es cuando tienen que ir de un módulo a otro solas pasando por pasillos, espacios comunes, patios o talleres donde los internos están libres y ellas van cargadas de pastillas.
Además, el perfil de los internos ha cambiado en los últimos años, ya que ahora son más jóvenes y de origen extranjero, procedentes de culturas más machistas que la catalana, como latinoamericanos y magrebíes. Así, muchos no aceptan que una mujer les dé órdenes, y tampoco tienen tanto respeto por los profesionales sanitarios como el que tenían los presos de hace años.
Por eso, pide más plantilla tanto de TCAI como de funcionarios de vigilancia interior, para que las puedan acompañar en todo momento, tanto en las consultas como en los trayectos para distribuir la medicación. Actualmente solo las enfermeras que llevan la metadona van acompañadas. En Quatre Camins, por ejemplo, con una capacidad de casi 1.600 presos, hay una quincena de TCAI, una decena de médicos y una docena de enfermeras. En la mayoría de turnos hay un médico, una enfermera y cuatro auxiliares.
Este aumento de funcionarios de interior también serviría para que cuando tienen un problema en un consultorio y pulsan el pulsador de emergencia los trabajadores lleguen más rápido.
Una de las cuestiones de seguridad que reclaman los sindicatos penitenciarios es que se retorne a la medicación líquida en vez de pastillas. Los sindicatos dicen que las pastillas son más fáciles de disimular y de intercambiar entre presos. En cambio, el líquido sería más difícil de ocultar. Verónica está de acuerdo, pero admite que la medicación líquida es más difícil de gestionar logísticamente, porque ocupa más espacio y se tiene que preparar al momento.
De hecho, reconoce que a menudo siente que su trabajo es “absurdo”, ya que los internos utilizan a los TCAI como “camello”, porque les suministran pastillas supuestamente para medicarlos que no se acaban tomando y que revenden para el tráfico de drogas.
De hecho, uno de los principales causantes de la inseguridad, según ella, es el cambio en el perfil de los internos. Antes tomaban drogas que les deterioraban el cuerpo, pero no la salud mental, pero ahora las drogas sintéticas que toman les afectan más al comportamiento, lo que dificulta su reinserción y la gestión diaria dentro de los centros.
Mejorar los horarios
Otra de las principales reivindicaciones, aparte de la seguridad, es la equiparación horaria con sus colegas sanitarios de las prisiones. Mientras que médicos y enfermeras hacen la jornada ordinaria y guardias de fines de semana o festivos aparte, a los TCAI su jornada incluye los 365 días del año, aunque en festivos y fines de semana se les paga más. No obstante, esto conlleva que a los 55 años no puedan pedir exención de las guardias, como sí pueden hacer los otros sanitarios. Verónica explica que los fines de semana pueden llegar a caminar unos diez kilómetros, porque tienen que pasar por todos los módulos, que tienen una gran extensión, y recuerda que la media de edad de los TCAI es de 50 años.
El de los TCAI es el único colectivo al que se le hace crear una bolsa de horas al realizar jornadas de 6 horas y media con el objetivo de que esta bolsa de horas sea para hacer turnos de 12 horas los sábados, domingos y festivos intersemanales. Si bien existe un complemento económico, al realizar sábados, domingos y festivos este complemento económico está muy por debajo del precio de mercado equiparable a otros servicios de la misma categoría. Además de crear esta bolsa de horas que se devuelven a la administración mediante la fórmula de sábados, domingos y festivos, se crea un excedente de horas que por decisión unilateral de la empresa no paga a los técnicos en cuidados de enfermería con dinero como horas extras si no se devuelven en días.
También quieren que se les incluya en el complemento de exclusividad del ICS como sucede con otros colectivos, ya que la distribución horaria y características de este tipo de servicios asistenciales impide trabajar en ningún otro trabajo.
El cerca de un centenar de TCAI de todas las prisiones catalanas se han unido en una plataforma y la inmensa mayoría han firmado un escrito con sus reclamaciones laborales, al que ha tenido acceso la ACN, dirigido al ICS, de quien dependen laboralmente.