La muerte de Kevin Reid es de esas historias que podrían servir perfectamente para cualquier película de terror de Hollywood. Este hombre de 55 años fue llevado vivo al depósito de cadáveres y murió cuando intentaba salir de la bolsa.
Todo comenzó en el hospital Rockingham General de Australia, donde Kevin recibía tratamientos paliativos. El 5 de septiembre, según informan medios locales, el hombre de 55 años fue declarado muerto y llevado al depósito de cadáveres de la localidad. Al día siguiente, sin embargo, su caso dio un giro escalofriante.
El practicante del depósito de cadáveres lo encontró con los ojos abiertos, con sangre en la garganta y con la bolsa abierta. El hombre aún estaba vivo cuando fue trasladado y acabó muriendo cuando intentaba salir de la bolsa.
Según declaró un médico especializado días después, no había ninguna duda: "Creo que la sangre fresca de las heridas, la posición de los brazos y la dirección de los ojos es totalmente inconsistente con la de una persona que ha llegado muerta al depósito de cadáveres".
