La presión demográfica que sufre una de las capitales de la Cataluña interior ha llegado a un punto crítico. Por primera vez, Vic ha superado el umbral de los 50.000 habitantes y, según los datos oficiales del INE del 1 de enero de 2025, ya suma 50.796, con un incremento de más de 1.200 residentes en solo un año. El ritmo es imparable: en tres décadas, el municipio ha crecido más de un 68%, más del doble que el conjunto de Cataluña.
El alcalde, Albert Castells, ha advertido que la situación es insostenible: “Hace un año decíamos que la ciudad iba hacia el colapso; hoy algunos servicios ya han colapsado”. Según explica, la presión es especialmente severa en sanidad, servicios sociales y educación, que funcionan por encima de su capacidad real. Castells insiste en que la ciudad vive una "situación de emergencia sociodemográfica".
Solo en el actual curso escolar, escuelas e institutos han tenido que integrar a 100 alumnos nuevos en plena marcha del curso. A esta presión se le suma una media de 250 nuevos empadronamientos cada mes, tramitados desde la Oficina Municipal de Acogida, donde llegan las personas que llegan por primera vez a la ciudad. Aunque también hay muchas bajas del padrón, los flujos de entrada continúan siendo altísimos: “Es un problema que supera el límite municipal; hablamos de una movilidad que hay que gestionar a escala de país”, ha remarcado Castells.
Ante este escenario, el alcalde ha pedido formalmente una reunión urgente con el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, para abordar la emergencia sociodemográfica y reclamar soluciones estructurales. También insta al Govern catalán a asumir la gestión del padrón —actualmente en manos del Estado— o, mientras esto no ocurra, exigir al gobierno español medidas especiales para los municipios tensionados.
Castells insiste en que el crecimiento se debe frenar y que la prioridad es garantizar vivienda y trabajo dignos, cobijar a los residentes actuales y asegurar que la ciudad pueda seguir construyendo un modelo de convivencia basado en la lengua y cultura catalanas, la cohesión social y la igualdad de oportunidades. “No podemos continuar así —ha concluido—. Nos va el futuro del municipio”.