La portavoz del gobierno, Patrícia Plaja, ha repasado los últimos datos, que son malos, y ha avisado de que "los contagios suben exponencialmente". Admite el golpe emocional de dar marcha atrás, pero asegura que "no podemos hacer como si hubiéramos superado el virus" y que la única solución es restringir las interacciones. "Nos espera un verano difícil", ha avisado.
Es por eso que el gobierno recomienda seguir utilizando la mascarilla siempre, también en la calle. Querría que fuera obligatorio –no lo es en el exterior desde el 26 de junio– pero no tiene competencias y lo solicitará al gobierno español. Mientras tanto, pide "un cambio de chip":
"Creemos que la mascarilla debe volver a ser obligatoria en Cataluña, pero no depende del gobierno. Recomendamos volver a llevarla siempre. Nos tenemos que meter en la cabeza que no deberíamos quitarnos la mascarilla."
La portavoz ha ido más allá y pide llevarla también en espacios cerrados donde no se pueda garantizar la distancia de seguridad o si estamos con gente que no sea de nuestro grupo burbuja.
Hace apenas 24 horas miembros del gobierno ya apuntaban a una marcha atrás. El consejero Argimon aseguraba que estaban estudiando todas las opciones y la consejera de la Presidencia, Laura Vilagrà, iba un poco más allá y hablaba de "cambios quirúrgicos".
Aparte de las novedades anunciadas este martes, siguen vigentes las medidas actuales, que afectan, sobre todo, a los aforos de las instalaciones deportivas y la actividad cultural.
Desde el 21 de junio se pueden hacer encuentros sin límite de personas. También entonces se amplió el número máximo de personas que pueden sentarse a la mesa en las terrazas de bares y restaurantes, que pasó de seis a diez clientes, y la autorización para habilitar espacios de baile como los entoldados en las fiestas mayores.
