Forman a los profesionales de los CAP para mejorar la detección de casos de violencia en niños

19 de septiembre de 2023 a las 08:56h

El equipo EMMA, la unidad del Hospital Vall d'Hebron especializada en violencias en la infancia, atendió en su segundo año de funcionamiento a 341 niños y adolescentes, pero estos casos son la "punta del iceberg", explica su coordinadora, Anna Fàbregas. "Hay una cifra de niños, niñas y adolescentes que pueden estar viviendo algún tipo de violencia que no hayamos detectado", advierte esta pediatra. Para mejorar la identificación de posibles casos de violencia física y sexual, las expertas de la unidad formarán en una jornada este martes a profesionales de los centros de atención primaria y de salud mental infantil y juvenil. "No somos policías, no tenemos que juzgar si ha pasado o no; estamos para acompañar al niño y protegerlo", dice Fàbregas.

El 58% de los casos que llegan a la Unidad de Atención a las Violencias hacia la Infancia y la Adolescencia de Vall d'Hebron, el equipo EMMA, han sido derivados por profesionales sanitarios. De estos, el 40% llegan desde las consultas de atención primaria.

Para mejorar la detección de estas violencias y aprovechar la capilaridad de los CAP, las expertas del equipo EMMA imparten este martes una formación para los profesionales sanitarios, sobre todo equipos de pediatría, enfermería y trabajo social de la atención primaria, que son los que tienen un contacto más frecuente con los niños y sus familias, y también de los centros de salud mental infantil y juvenil. Más de un centenar de profesionales asistirán a la jornada, en el Espacio Francesca Bonnemaison, y también se podrá seguir de forma telemática.

"En la primaria, tenemos un contacto directo que nos genera una oportunidad, ya que en un momento determinado niños o familias pueden tener la confianza suficiente para explicarnos lo que haya podido pasar", señala Anna Castelló, pediatra del CAP Pare Claret y asistente a la formación.

Castelló explica que los posibles casos de violencias no son una realidad ajena a los centros de atención primaria: "Tenemos experiencias. Es bastante habitual tener casos". Esta pediatra incide en el vínculo que se establece en la consulta con los niños y las familias: "Hay niños que van diciendo algunas cosas y vamos tirando del hilo poco a poco".

Por su parte, Fàbregas recalca que la detección es "fundamental" e indica que se calcula que uno de cada cinco menores de edad puede haber vivido algún tipo de violencia sexual. La coordinadora del equipo EMMA insiste en la importancia de formar y sensibilizar a los profesionales que trabajan con niños y adolescentes y que tengan cuantas más herramientas mejor para identificar los casos.

"Lo más importante sería la verbalización por parte del niño o el adolescente, que nos explique qué le ha pasado y nosotros ser capaces de detener la consulta, tomar el tiempo para escucharlo, establecer un ambiente de confianza y agradecerle que haya sido capaz de explicárnoslo", dice Fàbregas, que añade que la manera en que se responda a esta revelación influirá en la recuperación posterior del niño.

En los niños muy pequeños, algunas señales de alerta podrían ser ciertos cambios de conducta, como pesadillas, miedos, rechazo del alimento (que antes no existía) o retrasos. Y en los más mayores o adolescentes, los cambios bruscos de conducta, el bajo rendimiento académico, el aislamiento, la agresividad, el abuso de tóxicos o las relaciones y conductas de riesgo, entre otros.

La mayoría de las víctimas atendidas en 2022 en el equipo EMMA de Vall d'Hebron fueron niñas o adolescentes, concretamente el 87%. El perfil más habitual es el de una niña de 13 años.

Entre noviembre de 2021 y noviembre de 2022, el 79% de los 341 niños y adolescentes atendidos habían sufrido violencia sexual; una violencia ejercida en cerca de la mitad de los casos dentro de la familia. En el 83% de los casos, el agresor era un conocido del menor. Prácticamente todos los agresores son hombres (96%).

También han detectado un incremento de las violencias entre menores, especialmente a través de las tecnologías. Un tercio de los agresores también eran menores de edad.

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