Ocurrió en la isla de Formentera donde una mujer entró en una tienda y el empleado, de nacionalidad argentina, la invitó a cambiar de lengua porque 'no la entendía'. Cuando la clienta le recordó la obligación de entender el catalán en Baleares, que es cooficial, por el hecho de estar de cara al público, el argentino asegura que 'se le infló la vena'.
Curiosamente, el empleado acusa 'de aires de grandeza' a la clienta mientras afirma que 'el español es el idioma oficial de España'. Ante la actitud impertinente del argentino, la mujer pidió el libro de reclamaciones y, lejos de facilitárselo, como era su obligación, el dependiente asegura que 'se enojó'y echó de la tienda a la mujer de malas maneras.
Para terminar, el dependiente asegura que 'no es un tema del catalán porque yo lo respeto, lo escucho, lo intento aprender', aunque después explica que tiene una relación 'amor-odio' con el catalán porque ya le han pasado situaciones similares muchas veces, para acabar pidiendo 'respeto y empatía'... un firme candidato al psicoanálisis.