La construcción de piscinas durante el verano del año pasado, después del riguroso confinamiento al que se sometió a toda la población, se disparó y casi triplicó en función de las cifras habituales de años anteriores. Así lo señalan los datos que ha dado a conocer el Colegio de Aparejadores, Arquitectos Técnicos e Ingenieros de Edificación de Tarragona (COAATT). De las 50 piscinas construidas en el periodo 2019-2020, se pasó a las 111 nuevas piscinas del año pasado y lo que llevamos de este. El aumento es del 125%. Durante este período señalado, Mont-roig del Camp es el municipio donde más nuevas piscinas se han construido, un 10% del total para ser concretos, seguido de Ametlla de Mar con un 8,5% del total. Los municipios con un mayor crecimiento en el número de piscinas son también los de la comarca del Baix Penedès. Es el caso de Calafell, Cunit o Segur de Calafell. En la mayoría de casos, se trata de piscinas construidas en segundas residencias y en municipios de costa. Una novedad importante respecto de lo que habíamos visto hasta ahora, es la construcción de piscinas en residencias habituales de Tarragona o Reus, un hecho poco habitual como también lo es la construcción de piscinas particulares en pueblos del interior y de montaña. La piscina tipo es una pequeña instalación de entre 25-30 m2 y un coste entre los 10.000 y 15.000 euros. Normalmente está ubicada en el jardín de una vivienda unifamiliar y mayoritariamente en una segunda residencia.
Piscinas inflables, desmontables o portátiles. Solo en los jardines
Las medidas de confinamiento y la incertidumbre sobre el funcionamiento de las piscinas públicas han provocado la compra de piscinas inflables, desmontables o portátiles y, con ellas, llega en muchos casos un auténtico quebradero de cabeza para muchas comunidades de propietarios porque debe quedar claro que está totalmente desaconsejado una instalación de este tipo en la terraza o en la cubierta de un edificio.
La estructura de los edificios de viviendas se construye para soportar una sobrecarga de unos 240 kg por metro cuadrado, al mobiliario y a las personas que harán uso de la vivienda. En ningún caso, sin embargo, se han pensado para soportar el peso de una piscina o un jacuzzi. Una piscina portátil, con una altura de agua de unos 60 cm, llega a los 600 kg por metro cuadrado. Si a esto le suman el peso de los usuarios, la cifra rondaría los 750 kg que son tres veces más de lo que está preparada para soportar una estructura moderna.
Obviamente, el resultado de utilizar piscinas inflables, desmontables o portátiles, en terrazas o cubiertas, dependerá mucho del tipo de estructura, de su estado de mantenimiento y de la antigüedad. Si la piscina se coloca en las terrazas de edificios relativamente nuevos y sin patologías previas, habrá problemas de rotura de los pavimentos, humedades, corrosión de las armaduras y desperfectos de la instalación de saneamiento. Evidentemente, si la sobrecarga es muy alta, el colapso es más que probable.
En el caso de estructuras anteriores a los años ochenta o con afectaciones previas, la probabilidad del colapso de la estructura es muy importante, dado que esta ha perdido prestaciones y las vigas pueden estar afectadas ya por problemas de humedades que han reducido su capacidad. En este caso, es imprescindible consultar con un arquitecto técnico sobre la posible instalación de estos elementos en las cubiertas o terrazas de los edificios.
Habitualmente, las terrazas son elementos comunes de las comunidades y el propietario solo está autorizado a su disfrute, de modo que el coste de cualquier reparación recaerá sobre la comunidad y esto quiere decir sobre la totalidad de propietarios de la finca y no solo sobre quienes hacen un uso totalmente inadecuado.
Dada la situación actual, cabe recordar que excepto pequeñas piscinas inflables para bebés y con una altura de agua que no supere los 15-20 cm, está totalmente prohibida la instalación de este tipo de elementos si la estructura no se ha reforzado especialmente.
Es imprescindible que cuando un propietario quiera instalar una piscina inflable, desmontable o portátil, la comunidad le reclame un certificado de solidez a un técnico, que especifique las características resistentes del suelo y las limitaciones de peso que puede soportar sin causar afectaciones a la estructura del edificio.
