El acusado, Adrián Hamud, ha respondido a las preguntas que le han hecho todos los letrados, tanto los dos de la acusación como de la defensa y la fiscal. El hombre ha relatado que le unía una larga amistad con la víctima, Ángel Martínez, con quien se conocían desde que tenían 8 años, motivo por el cual ha reconocido que alguna enganchada habían tenido en el pasado, pero nada más allá de las habituales entre amigos.
Ha explicado que la víctima y el agresor fueron detenidos, junto con el hermano de la víctima, por haber plantado unos ejemplares de marihuana en un local, y que por este motivo fueron detenidos, una causa por la cual aún está pendiente de ser juzgado. Ha reconocido, también, que fue condenado anteriormente por conducir sin carnet, un permiso que tampoco tenía el día que atropelló mortalmente a su amigo.
La noche de los hechos, ha detallado, fueron a cenar juntos al restaurante Maverick de Ripollet con varios amigos, y durante la comida se tomó entre dos o tres cervezas, y después unos cuantos compraron una botella de whisky, que se bebieron en la calle. Acto seguido, optaron por seguir la fiesta en la discoteca Gabana, de Cerdanyola.
Antes y después de la cena, fumó marihuana, una práctica que reconoce que hacía habitualmente. Ya en la discoteca, siguió fumando, esta vez hachís con una pipa, y que el hermano de la víctima fumó sin permiso, motivo que originó la pelea.
Fuera del local, se pelearon, y asegura que recibió muchos golpes, hecho que lo dejó aturdido.
Ningún recuerdo de los hechos
En respuesta a las preguntas de esta última, el acusado ha asegurado que no recordaba nada de lo que había pasado, ni subir a su coche ni atropellarlo ninguna de las dos veces. "Después del golpe que noté recuerdo ir conduciendo. No sé muy bien por dónde, y que mi amigo que iba de copiloto me decía que se me había ido la olla, aparqué donde pude y fuimos a mi casa", ha apuntado.
"No tenía ningún motivo para hacerle daño a Ángel, era mi amigo, lo conozco desde los 8 años", ha añadido a preguntas de la defensa. "Nunca habíamos llegado a golpearnos, si pudiera ir atrás en el tiempo, yo daría mi vida por la suya, no era consciente de lo que hacía, no sé cómo explicarlo, lo siento mucho, nunca en la vida me lo podré perdonar", ha señalado.
En este sentido, ha añadido: "Lo que hice lo tengo que pagar".
Embriaguez patológica
En cuanto a los peritos forenses de la defensa, consideran que el agresor actuó bajo una situación de embriaguez patológica, es decir, una situación que no le disminuyó capacidades como la de conducir, que lo hacía a la perfección, pero sí de controlar sus impulsos de carácter agresivo. "Estamos convencidos por la manera desproporcionada de reaccionar cuando bebe", ha detallado uno de los peritos, destacando otros episodios en los que actuó de manera violenta, como una pelea en una feria de atracciones en la Fiesta Mayor de Ripollet, en la que acabó a puñetazos con otra persona, o una ocasión en la que acabó con una botella rota en la cabeza.
"Él explica que desde que se levanta del suelo en la pelea de la discoteca no recuerda nada durante horas, y el amigo que lo acompañaba también dice que parecía no enterarse de nada, y cuando lo llevaron al ambulatorio se enfrentó a la policía", añade el perito. Por todo, considera que actuaba con una idea obsesiva de que sus amigos iban en contra suya, y que actuaba como consecuencia de un trastorno antisocial de carácter leve.
Las médicos forenses consideran, sin embargo, que no se dan los síntomas de embriaguez patológica, sino que actuó bajo los efectos del alcohol que había consumido durante toda la noche.
En cuanto a la exploración que se le hizo en el centro de atención primaria de Cerdanyola-Ripollet, los sanitarios que atendieron al acusado una vez detenido apuntan que presentaba heridas en la cabeza y el labio, que aseguraba que le habían provocado los agentes en la detención. No obstante, no serían incompatibles con que las podría haber recibido en la pelea en la discoteca, según los mismos sanitarios.
Penas de hasta 30 años de prisión
El fiscal pide una pena de 18 años de prisión y compensar económicamente a las personas que dependían de la víctima, mientras que la acusación pide hasta 30 años al considerar que se trata de un caso de asesinato con alevosía y ensañamiento, que condujo de manera temeraria y sin carnet ni seguro. La defensa pide la absolución.