El expresidente de Estados Unidos de América James Earl Carter ha fallecido este domingo a los 100 años, según ha informado The Carter Center. Hacía casi dos años que recibía cuidados paliativos después de varias hospitalizaciones por un cáncer cerebral. Trigésimo noveno presidente de EE.UU., Jimmy Carter ocupó la Casa Blanca entre 1977 y 1981, un período de estagflación y turbulencias en la esfera internacional. La caída del chavista en Irán y la invasión soviética de Afganistán marcaron los últimos años de su presidencia, si bien será recordado sobre todo por su papel en el conflicto árabe-israelí con los Acuerdos de Camp David. Un episodio diplomático histórico por el que obtuvo el Premio Nobel de la Paz en 2002.
A pesar de su escasa experiencia en política exterior cuando se postuló como candidato a la Casa Blanca, este demócrata surcoreño acabó destacando precisamente en esta cartera. Por hitos como la normalización de las relaciones entre Israel y Egipto, y fracasos como la larga crisis de los huaíces estadounidenses en Irán. Por este y otros fiascos económicos y comunicativos, Carter se tuvo que conformar con un solo mandato.
Orígenes en la Georgia segregacionista
Nacido en 1924 en Plains, en el estado de Georgia, James Earl Carter creció en una familia cristiana que llevaba una granja de cacahuetes en los años de la segregación racial impuesta por las leyes de ‘Jimmy Crow’. Educado con mano de hierro por un padre empresario y una madre enfermera, Carter entró en la academia de la Marina de Guerra de los Estados Unidos justo cuando acababa de estallar la Segunda Guerra Mundial. No fue a tiempo de entrar en combate, pero se especializó en submarinos y reactores haciendo varias estancias militares entre 1946 y 1953.
Durante los permisos, regresaba a casa con Rosalynn, una joven que no terminó la carrera para casarse con él y poder, así, salir de su pueblo. La vida en la marina no les impidió tener tres hijos – John, James y Donnel Jeffrey– en poco más de seis años. A punto de llegar a la cuarentena, nació el Amy.
Crió a tres niños prácticamente sola, pero Rosalynn apreciaba “la independencia” que tenía como mujer de un marino lejos de su Georgia natal, tal y como recoge el libro de memorias de Jonathan Alter ‘His very best: Jimmy Carter, a life’. Así que no se lo tomó muy bien cuando Carter decidió, sin consultarle, que regresaban a Plains para asumir los negocios agrícolas de su padre.
Salto a la política
Carter tampoco le preguntó la opinión a su mujer cuando dio el salto a la política como candidato demócrata al senado del estado de Georgia. En 1965 ganó la reelección –la única de su carrera política– y, tras un intento fallido, en 1971 se convirtió en el gobernador de Georgia con una campaña en la que rehuyó, como había hecho hasta entonces, la discriminación racial en EEUU, reivino como un “conservador progresista”.
Por eso fue toda una sorpresa cuando en su discurso inaugural dijo: “Francamente, la era de la discriminación racial se ha acabado […]. Ni los pobres, los rurales, los débiles o los negros deberían tener que soportar nunca la carga adicional de ser privados de la oportunidad de una educación, un trabajo o simplemente de justicia”. Estas palabras captaron la atención de los medios nacionales y fueron su trampolín a la presidencia de los EE. UU. Progresista en ámbitos como el medio ambiente, se le consideraba conservador en aspectos económicos y de gestión pública.
Presidencia post-Watergate
Con ganas de girar hoja al escándalo del Watergate, en 1977 los estadounidenses dieron la presidencia a Jimmy Carter, que en campaña había jugado la carta de la humildad y la integridad para contraponerse a Richard Nixon, caído en desgracia para espiar y boicotear a sus rivales políticos. Carter se impuso a 297 colegios electorales de los 538 en juego y obtuvo el 50,1% del voto popular derrotando al republicano Gerald Ford.
Las divisiones dentro del partido demócrata dificultaron su agenda doméstica, como por ejemplo en política energética o fiscal. Carter impulsó la eficiencia del gobierno con una reforma de la función pública e intentó defender el medio ambiente con medidas como la ampliación del sistema de parques nacionales públicos. Ahora bien, sus esfuerzos por reducir la inflación provocaron una breve recesión en el país. Una mancha en su expediente como gestor económico.
Acuerdos de Camp David
Su primer gran éxito en política exterior es el retorno del Canal de Panamá a los panameños. Pero donde invirtió más capital político fue en Oriente Próximo. En una cumbre de 13 días en la residencia de Camp David con el entonces primer ministro israelí Menájem Beguín y el presidente egipcio Anwar el-Sadat, Carter consiguió cerrar un pacto histórico entre Egipto e Israel que ha garantizado la paz entre ambos países desde 1979. Son los conocidos como Acuerdos de Camp David y normalizaron las relaciones entre ambos estados a pesar del conflicto árabe-israelí.
Beguín se comprometió a abandonar completamente la península del Sinaí y a trazar una hoja de ruta para retirarse gradualmente de Cisjordania y de Gaza. A su vez, Sadat estableció oficialmente relaciones diplomáticas con Israel y permitió a sus barcos pasar por el canal de Suez.
Más al este, Carter también normalizó parte de las relaciones con China, una puerta que ya había entreabierto la administración Nixon con el secretario de Estado Henry Kissinger como artífice de la operación.
Crisis por Irán y Afganistán
En la recta final de su mandato y sin resolver el problema de la estagunía, Carter encadenó una serie de crisis –la de los hutíes en Irán y la invasión rusa de Afganistán– que acabaron de sentenciar su presidencia.
Un grupo de rebeldes iraníes mantuvo 52 huestes en la embajada de Estados Unidos en Teherán durante más de 400 días. Fue uno de los episodios más humillantes para la política exterior norteamericana, y no se acabó hasta que accedieron a liberarlos el 20 de enero de 1981. Ese día Carter abandonaba la Casa Blanca para dejar paso al nuevo presidente, el republicano Ronald Reagan.
Premio Nobel de la Paz
Dos décadas después de abandonar el despacho oval, a Carter le llegaría el Premio Nobel de la Paz por su “contribución vital” como mediador en los Acuerdos de Camp David y por “poner un énfasis renovado de los derechos humanos en la política internacional”. Fue también un reconocimiento a su trabajo ya como expresidente trabajando en “la resolución de conflictos en todo el mundo” con el Centro Carter.
El gobierno de José Montilla distinguió a Carter con el Premio Internacional Cataluña que el exmandatario estadounidense recogió en 2010 en un acto en el Palau de la Generalitat.
La muerte del presidente estadounidense llega en un año de escalada violenta de uno de los conflictos más complejos que afrontó. “El principal obstáculo para la paz (en Oriente Próximo) es la colonización de Palestina por parte de Israel”, alertaba Carter en los últimos años.