viernes, 21 de junio de 2024
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Ripollet avanza hacia un modelo de gestión del verde urbano más ecológico

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La actual situación de sequía nos ha dejado patente la necesidad de reflexionar sobre la importancia del papel de las zonas verdes en las ciudades. Entre sus beneficios están la mejora de la calidad del aire; la compensación de los efectos del cambio climático, modulando el aumento de temperaturas, absorbiendo una parte importante de los gases de efecto invernadero y produciendo O2, así como la mejora de la salud física y mental de las personas a través del contacto con la naturaleza.

Como asegura la Organización Mundial de la Salud, “la salud es un estado completo de bienestar físico, mental y social y no solo la ausencia de afecciones o enfermedades“. Este concepto de salud global relaciona la salud con la ecología y el cambio climático y nos lleva a la conclusión de que para que las personas estén sanas, hay que cuidar también de nuestro entorno.

En este sentido, en Ripollet, se ha apostado por un nuevo modelo en el diseño y la gestión de las zonas verdes urbanas, que incorpore criterios ambientales y de xerojardinería, con el fin de favorecer el aumento de la biodiversidad en estos espacios y una mejor adaptación de vegetación y fauna a las nuevas condiciones climáticas.

Una de las técnicas más eficaces en esta línea es la siega diferenciada, que consiste en segar por sectores, de forma que en un mismo espacio tendremos zonas donde las hierbas se cortan más bajas para permitir el paso de la gente y otras zonas donde se deja crecer la hierba hasta completar su ciclo biológico. La siega diferenciada se aplica en lugares donde no supone una molestia para los vecinos, taludes con fuerte inclinación que dificultan la siega y espacios asimilables a prados naturales.

¿Qué beneficios nos aporta la siega diferenciada?

  • Favorece el aumento de la biodiversidad de flora y fauna en estos espacios verdes, mejorando la riqueza ambiental y paisajística.
  • Favorece la presencia de fauna auxiliar, como algunos insectos (abejas, mariquitas, escarabajos, crisopas entre otros) y pájaros que actúan como “enemigos naturales” y nos ayudan en la lucha biológica contra plagas, evitando el uso de productos químicos.
  • Al rebajar la presión humana sobre estos espacios sin segar, la vegetación puede germinar y producir semillas que proporcionan alimento a la fauna y que permiten la regeneración de los prados y la mejora de la calidad del suelo sin ninguna intervención externa (siembras, adobados químicos…).
  • Favorece la retención de agua en el suelo y de la rosada a la vegetación, contribuyendo a la moderación de la temperatura en épocas de más calor, ayudándonos en la adaptación al cambio climático.

Desde el Ayuntamiento de Ripollet somos conscientes de que estos cambios en la gestión suponen una nueva percepción de los espacios verdes para la ciudadanía, que no debe confundirse con un abandono o falta de mantenimiento y que hay que entender como una oportunidad de apreciar su valor ecológico y los beneficios que nos aporta.

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