En Cataluña, los calçots son una delicia invernal que se disfruta en familia y amigos. Inspirada por esta tradición culinaria, una pastelería en Barcelona ha dado una vuelta creativa al clásico croissant, llenándolo con salsa romesco y colocando encima una cebolla tierna a la brasa.
Carlos, el cerebro detrás de este innovador croissant en La Esquina, explica que el color oscuro del croissant simula el carbón de una calçotada, lo que añade un impacto visual único. La combinación de colores, junto con el contraste de la naranja de la salsa romesco, sorprende a todos los clientes al cortarlo. Pero la verdadera sorpresa llega al catarlo, ya que la dulzura de la masa se combina perfectamente con el sabor salado de los calçots y la salsa romesco.
Carlos señala que la idea de un croissant salado no es nueva, recordando versiones con salsitas, perno y queso, o sobrasada. Sin embargo, para los amantes de los calçots y la salsa romesco, el croissant es un auténtico placer.
Desde hace cuatro temporadas, este dulce innovador ha sido un éxito constante, atrayendo cada vez a más personas que lo han querido catar. Carlos, quien dejó el periodismo para seguir el legado familiar en la panadería, sigue sorprendiendo a sus clientes con nuevas creaciones, entre ellas el croissant de calçots.
Este original croissant continúa deleitando los paladares sin necesidad de un “pitillo” para limpiar los rastros de carbón, ofreciendo una experiencia gastronómica única que combina lo mejor de una calzoncillo con la comodidad de un croissant.
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