El Partido Popular consiguió una nueva victoria en las elecciones europeas. El partido de Feijóo confirma con estos comicios que se ha crujido completamente el electorado de Ciudadanos y es la candidatura con un mayor crecimiento en votos. Sin embargo, el triunfo es agridulce, ya que ellos mismos se esforzaron en enmarcar las europeas en un supuesto plebiscito sobre Pedro Sánchez. Envalenentizados por las encuestas vieron la posibilidad de dar el golpe de gracia al presidente socialista, pero no lo han conseguido.
La diferencia entre populares y socialistas, que llegó a ser del 15% en algunas encuestas, queda casi en empate técnico. El PSOE mantuvo la veintena de diputados de 2019 y se quedó a dos de los 22 de Dolors Montserrat. Unas distancias minuciosas para poder dar el mensaje que querían proyectar. Además, si se miran los resultados por bloques, ambos quedan equilibrados. PP, VOX y Se Acabó la Fiesta sólo saca un eurodiputado más que la conjunción de partidos que le dieron la investidura a Sánchez.
Por otro lado, los socialistas se adueñan de una imponente victoria en Cataluña. La estrategia del gobierno español parece haber desarticulado a los partidos independentistas, que sumados superan por poco al porcentaje del PSC. Aparte de los independentistas, el PSOE también le ha hecho una buena queja al electorado de Sumar, que se ha desangrado a izquierda y derecha.
Es verdad que el dato negativo de la noche son los más de dos millones de votos que perdió el PSOE respecto a 2019. Con todo, las elecciones de hace cinco años fueron casi una anomalía. Aquellos comicios coincidieron con municipales y muchas autonómicas, haciendo que la participación y, por tanto, los votos fueran muy superiores a los de ayer. Al mismo tiempo, fueron en un contexto con una derecha abatida que sacó unos resultados por debajo de lo normal. Ayer se volvieron a equilibrar los bandos.
Obviamente, el PSOE no puede salir de la noche electoral con aires triunfalistas, pero demuestra que en los momentos bajos resiste mucho más de lo esperado. Sánchez no pierde ningún plebiscito y la derecha debe empezar a preocuparse de un nuevo actor en su campo ideológico. Las únicas derrotadas de verdad son las elecciones europeas, enfangadas por el debate nacional de nuevo.
