Últimamente y gracias a la proliferación de dispositivos móviles que cada vez permiten captar imágenes de mayor calidad, se han multiplicado las publicaciones de denuncia sobre la situación del distrito barcelonés de Ciutat Vella.
Pobreza, delincuencia, marginalidad, narcopises, violencia… palabras que nos remiten a un barrio degradado y muy marginal como ya lo fue en la década de los 80 del siglo pasado en la que la heroína se convirtió en un problema epidémico.
La última imagen publicada en la cuenta de Instagram @rescatembarcelona , es especialmente desgarradora. Si ven a dos toxicómanos en un campamento improvisado en plena calle donde uno le inyecta en el brazo al otro una dosis de droga. No podemos precisar su edad, pero se ven realmente consumidos.
En la segunda de las imágenes se repite la escena de ambos toxicómanos mientras un hombre, ajeno al drama, extrae el pene de la bragueta y se pone a orinar en medio de la calle.
Cartones, mantas, suciedad, degradación y jeringuillas… un cóctel letal propio de cuarenta años atrás.
ACCIÓN POLICIAL INSUFICIENTE
Los vecinos denuncian la proliferación de narcopises y señalan en las fuerzas policiales las localizaciones. Hace unos días indicaron un piso de la calle En Roig donde presuntamente traficaba el ‘ boss ‘ del barrio, de nombre Rachid.
También hace poco, en una operación conjunta de los Mossos d’Esquadra y la Guardia Urbana identificaron al ‘Chaca’ , otro ‘capo’ del que todo el mundo hablaba y que se paseaba por el barrio con patinete , precedido por dos escoltas, abriendo nuevos narcopises para hacer negocio.
Esta última operación logró desmantelar seis narcopises y dos almacenes y practicar una decena de detenciones , entre ellas la del Chaca.
Sin embargo, los traficantes alquilan nuevos pisos cada día y es casi imposible seguirles la huella.
DROGA Y MARGINALIDAD
La droga, en el Raval, se vende en escasas dosis de 5 euros y cualquier persona, por marginal que sea, tiene acceso. Heroína, cocaína y crack son los productos estrella, y la degradación de sus consumidores es evidente, ofreciendo imágenes no muy diferentes a las de los años 80, en plena efervescencia de la heroína.
Si bien a partir de los juegos olímpicos y de diversas intervenciones urbanísticas de los diferentes ayuntamientos, el barrio experimentó una notable mejora y atrajo a nuevas familias que querían vivir en un lugar tan céntrico y con tanta historia, lo cierto es que en la última década s se ha vuelto a degradar.
Pisos turísticos y gentrificación, inmigración masiva, huida de familias que podían permitírselo y arraigo de nuevas bandas de la droga parece que, para desesperación de los vecinos de toda la vida, han condenado de nuevo a Ciutat Vella a la marginalidad.