El Águila de Valls bailará por última vez este San Juan después de 34 años de vida. Es uno de los elementos del séquito popular con más tradición festiva y de los más queridos por las generaciones de vallisoletanos que se han hecho grandes viéndola en los pasacalles y bailes de lucimiento. Obra del artista Anton Gurí, se construyó con fibra de vidrio y, actualmente, se encuentra en un estado deteriorado. Ante el elevado coste de la reparación y coincidiendo con la celebración de la efeméride de 325 años de tradición de la figura, el Ayuntamiento y la comisión de Ritual y Séquito Ceremonial optaron por recuperar el Águila barroca, la cual estuvo activa hasta 1936 cuando fue destruida durante la Guerra Civil. El nuevo elemento ya tiene buena parte de la estructura terminada.
El último baile del Águila será este martes por la noche después del Tomb del Poble y de la tanda de lucimientos de los elementos del séquito popular en un acto solemne. “Será un antes y un después en la fiesta vallisoletana, el séquito debe poder despedir como Dios manda y de la manera más bonita posible el águila que tantas generaciones ha visto en la calle y que ha marcado la fiesta tantos y tantos años”, expresa el presidente de la Unió Anelles de la Flama (UAF) y miembro de la comisión de Ritual y Séquito Ceremonial, Albert Oliva, en la ACN.
La figura del Águila es uno de los elementos más históricos, estimados y singulares de la fiesta vallenata. Está documentada desde 1700 y ha tenido continuidad durante los XVIII, XIX y principios del XX con diversas figuras. “Tenemos un histórico de águilas a lo largo del siglo XX y del siglo XIX muy importante que nunca nadie ha reivindicado, ni tampoco ha puesto sobre papel con estudios y con referencias académicas que avalen esta tradición tan dilatada de la figura festiva del Águila Valls”, señala Oliva.
Entre estas águilas está la de 1936 que fue destruida en los primeros días de la Guerra Civil Española. También el elemento de 1941, un intento de recuperación de la figura, la cual no se materializó la nueva hasta 1961 en las fiestas de La Candela. Diez años más tarde, esta pieza fue regalada a Gala, esposa de Salvador Dalí. El Águila actual es de 1991 y la creó el artista vallisoletano Anton Gurí. La pieza actual está hecha de fibra de vidrio y se han hecho muy pocas intervenciones a lo largo de las últimas tres décadas. “Se encuentra en un punto bastante deteriorado, tanto la policromía, la estructura e incluso los soportes, había que hacer una intervención en este águila”, detalla el presidente de la UAF.
Pero el elevado coste de repararla y la apuesta por recrear el águila barroca son los motivos por los que la comisión y el consistorio han apostado por construir una figura nueva. “Vamos a plantear un proyecto con varias líneas de trabajo y cada vez este proyecto cogía más fuerza por el hecho de que era muy interesante reproducir la figura histórica del águila de la ciudad, el águila mítica”, asevera Oliva. Remarca que las águilas en Valls habían sido oscuras hasta el año 1991. “Incluso algunas negras, no muy trabajadas de plumaje, con un cuello largo y unas alas delgadas. Se intentaba reproducir el águila que se había destruido en 1936 y que era del siglo XIX y muy probablemente la del siglo XVIII, puntualiza.
Oliva subraya que la estética de las águilas hasta los años 90 eran marrones y con una forma más redondeada, pero con la pieza de 1991 se rompió “totalmente” esta línea. “Se presentó un águila totalmente vanguardista, plateada, incluso con unas formas muy futuristas, hay gente que le encantó y otras que les chocó mucho el cambio”, afirma. “Valls es el único lugar de Cataluña donde el águila ha tenido una tradición continuada desde su aparición, desde el 1700 hasta el año 2025, con una tradición al estilo puramente barroco”, añade.
Los elementos que acompañan al Águila, como la música del siglo XIX, el ritual el día de San Juan y Corpus, que antes llevara una paloma viva, son algunos de los argumentos para recuperar el águila barroca. “Toda esta esfera de ritual barroco que no concordaba con la pieza totalmente futurista y para que acabara de funcionar al 100% bien era necesario era volver a poner la pieza en la línea en que va el ritual, una pieza barroca”, defiende.
La nueva pieza, en construcción
La nueva águila se presentará por la festividad de la Virgen de la Candela de 2026 en el marco de los actos conmemorativos de los 325 años de tradición del águila festiva, justo cinco años antes de las próximas Decenales. Los trabajos van a cargo del equipo del taller del imagenero catalán Carlos Morillo, conservador-restaurador de bienes culturales. La nueva figura será una reproducción fidedigna de la figura zoomórfica que salió a la calle hasta 1936. Para recrear las medidas, proporciones y acabados, el equipo de restauradores se ha basado en las fotografías existentes del fotógrafo Pere Català i Pic, las cuales hizo entre los años 20 y 30 del siglo XX en la capital del Alt Camp.
“Nos establecimos la meta de poder recuperar esta pieza con el mayor rigor histórico posible, según las imágenes que nos habían llegado y con los materiales propios de la época barroca, que son muy nobles, como la madera, la ropa de lino o los estucos”, indica Morillo. Ahora mismo, los trabajos se centran en la construcción de la estructura interna. “Estamos trabajando con todas estas costillas, ya tenemos buena parte de la pieza montada estructuralmente, ahora nos adentraremos en todo el interior de la pieza, todo el sistema de portaje del águila”, explica el restaurador. Después, modelarán la cabeza con barro encima de la estructura y lo vaciarán con yeso. “A partir de aquí, lo pasaremos a madera, de cedro real, y una vez tengamos la cabeza, trabajaremos con sus estucos y lo policromaremos, lo colocaremos y lo acabaremos de tapizar”, detalla Morillo.
De hecho, el cabo del Águila estará coronado siguiendo el modelo de la corona que llevó hasta 1936, con una pieza hecha por el taller de orfebrería de Ferran Garreta de Vic. La testa será tallada en madera de cedro real con inclusión de ojos de vidrio, estucado con estuco tradicional y con policromía al aceite, con la característica paloma blanca en el pico. En cuanto al cuerpo, estará formado por un entramado de costillas que generará el volumen principal. Se tapizará con ropa de lino, estucado y policromado al óleo en el color oscuro y sobrio. También habrá detalles en oro fino de 24 quilates bruñidos.
“Las águilas, al ser una pieza realmente importante dentro del séquito, iban doradas con ese oro que luego se bruñía y hacía este efecto espejo. En el caso del Águila de Valls, no hay documentado que sea toda ella dorada con esta hoja de oro, pero sí debió tener muy probablemente trazas”, indica el restaurador. Por ello, explica que querían introducir estas trazas de oro y el color marronoso para reproducirla fidedignamente.
Campaña en contra la nueva águila
Hace unos días, apareció una campaña en las redes sociales contra el cambio del águila con el lema “El Águila no se toca”. Para Oliva, que haya detractores y partidarios de conservar el elemento actual es positivo. “Lo que me generaría tristeza es que se propusiera un cambio tan drástico como es cambiar el águila y generara indiferencia. Eso querría decir que la gente de Valls no se ama el Águila, y eso no es así”, defiende.
En este sentido, ha asegurado que todas las opiniones son “válidas” siempre que se enmarquen en el respeto. “Cada uno se estima la figura por unos motivos concretos, sea ésta o la de hace 30, 50 o 100 años o la que vendrá. Creo que tenemos que estar muy orgullosos de que los vallisoletanos reivindiquen cada uno la suya”, dice. Además, recuerda que también levantó pulseada que se regalara el águila en la Gala, así como el estreno del actual. “Era un águila totalmente vanguardista, futurista, la gente se puso las manos a la cabeza al ver aquella águila que rompía absolutamente con la estética de las anteriores, sostiene. El presidente de la UAF señala que no tenía ojos y que tuvo que pintarle “para calmar un poco los ánimos”.