Investigadores del Instituto de Investigación San Pablo han demostrado los beneficios de la rehabilitación cognitiva y la musicoterapia en pacientes con deterioro cognitivo leve moderado asociado a la enfermedad de Huntington Los resultados se han publicado en la revista ‘Journal of Neurology’. El estudio se ha realizado en la Escuela Clínica de Neuropsicología y Patología de Lenguaje del Hospital de Sant Pau y ha sido liderado por los doctores Andre Moreu-Valls, Arnau Puig-Davi y Saül Martínez-HortaValls. Los resultados confirman que estas intervenciones no farmacológicas no sólo mejoran el estado cognitivo de los pacientes, sino que también favorecen cambios estructurales y funcionales en el cerebro, retrasando la progresión del deterioro neurológico.
El jefe del grupo de Enfermedad del Parkinson y Trastornos del Movimiento del IR San Pablo y director de la Unidad de Parkinson y Trastornos del Movimiento del Hospital de Sant Pau y que coordinó el estudio, Jaime Kulisevsky, ha explicado que se demuestra que la intervención cognitiva no solo puede mejorar la funcionalidad de los pacientes sino que también influye en los mecanismos de plasticidad neuronal, lo que abre nuevas perspectivas terapéuticas.
El ensayo clínico incluyó a 44 pacientes con enfermedad de Huntington en fase inicial o intermedia y duró 24 semanas. Los pacientes fueron distribuidos en tres grupos: uno que recibió entrenamiento cognitivo mediante la plataforma NeuronUP, otro que siguió sesiones de musicoterapia activa y un tercer grupo de control sin intervención. Cada sesión tenía una duración de 45 minutos y se realizaba semanalmente. Los investigadores promedieron la evolución de los pacientes a través de evaluaciones neuropsicológicas, cuestionarios de impacto funcional y estudios de neuroimagen.
Los resultados mostraron una mejora significativa en las funciones cognitivas y una reducción de la apatía en los pacientes que siguieron cualquiera de las dos terapias. También se observaron cambios en la conectividad funcional cerebral y en la preservación de determinadas zonas del cerebro, indicando un efecto con respecto a la neuroprotección.
Martínez-Horta destaca que los resultados muestran cómo con estas intervenciones se modifica el funcionamiento cerebral y ayudan a mantener áreas especialmente afectadas en la enfermedad de Huntington, como el caudado y el putamen.
Hasta ahora no había pruebas objetivas que demostraran la influencia directa de este tipo de intervenciones en la preservación de la estructura cerebral en pacientes con esta enfermedad. El estudio indica ahora que las técnicas de estimulación cognitiva pueden contribuir a reducir la pérdida de sustancia gris en regiones claves del cerebro, lo que podría traducirse en una ralentización de la progresión de la enfermedad.
Por otro lado, los investigadores apuntan que otro punto positivo es la motivación en los pacientes, ya que muchos de ellos presentan apatía y dejan de realizar actividades. La participación en estas terapias les ayuda a sentirse más activos e implicados.
Kulisevsky añade que los resultados hacen reflexionar sobre la necesidad de invertir más esfuerzos en este tipo de intervenciones, ya que tradicionalmente se han priorizado los tratamientos farmacológicos.
La enfermedad de Huntington es un trastorno neurodegenerativo hereditario causado por una mutación en el gen HTT, que provoca una degeneración progresiva de neuronas en determinadas áreas del cerebro, afectando el control motor, la cognición y el estado emocional de los pacientes. Los primeros síntomas suelen aparecer entre los 30 y los 50 años, e incluyen movimientos involuntarios, dificultades cognitivas y trastornos psiquiátricos. Su incidencia es de entre 5 y 10 casos por cada 100.000 habitantes.
Los investigadores ponen énfasis en que estas estrategias podrían ser útiles para otras enfermedades neurodegenerativas, como por ejemplo el Parkinson o el Alzheimer.