El Museo de Arte de Girona ha incorporado nuevas piezas a las salas dedicadas al arte románico y al retablo de Sant Feliu. En el primer caso, el museo ha sumado a la exposición permanente un relieve del siglo XII atribuido o vinculado al círculo de Gilabert de Tortosa. Representa a la Sagrada Familia (la madre de Dios con el niño en la falda y Sant Josep al lado) que el Museo de Arte compró a un coleccionista privado de Puigcerdà. Se exhibe en la sala 2 del museo, dedicada al románico. En el caso de las piezas del retablo de Sant Feliu, que se encuentran en la sala 9, son un pináculo y una figura del guardapolvo (el marco que rodeaba los laterales). La figura mide más de un metro de altura, es de principios del siglo XVI y representa a uno de los reyes de la dinastía de Jessè.
Las nuevas piezas que se suman a la exposición permanente del Museo de Arte se encuentran en la sala 2 (dedicada al románico) y en la sala 9 (que se centra exclusivamente en el retablo de Sant Feliu). Para acondicionar los espacios e integrar las nuevas obras, estas salas cerraron durante una semana.
“Las nuevas incorporaciones, que ya se pueden visitar, enriquecen el discurso museístico y refuerzan el compromiso del Museo de Arte de Girona con la conservación del patrimonio artístico e histórico de Cataluña, y especialmente aquel vinculado al territorio gerundense“, subraya el museo.
En el caso del relieve románico, que representa la Sagrada Familia, la autoría se atribuye o se vincula al círculo de Gilabert de Tolosa. Fecha de mitades del siglo XII y según la identificación que Josep Puig i Cadafalch hizo en 1954, sería un tímpano. “Se distingue por su gran calidad artística y por la singularidad de estar asociado a un maestro escultor identificable en el contexto del románico catalán y europeo“, destaca el Museo de Arte.
La escultura presenta a una madre de Dios sentada con el niño en la falda y otra figura de pie, identificada como San José. A pesar de las erosiones que han borrado el rostro del Niño y algunas escantonadas en los ángulos, se conserva en buen estado.
Su existencia era conocida y se había documentado en varias colecciones privadas desde 1835. Inicialmente formaba parte de la fachada de una casa en Breda (Selva). Desde aquí, se trasladó al Mas Riembau de Tona (Osona) y, desde 1970, se encontraba en una colección privada en Puigcerdà. El Museo de Arte de Girona impulsó su compra a través del Departamento de Cultura.
La obra estaba documentada como procedente del monasterio de Sant Salvador de Breda y había sido estudiada y publicada en varias obras de referencia, como ‘La escultura románica en Cataluña’ de Josep Puig i Cadafalch (1954) o ‘Cataluña Románica’, de la Enciclopedia Catalana. “Esta obra, que reúne condiciones de excepcionalidad, calidad y rareza, se añade así a los ejemplos de talleres relevantes del románico que se conservan en el museo, como las piezas del maestro de Cabestany procedentes del monasterio de Sant Pere de Rodes“, subraya el Museo de Arte.
De la dinastía de Jessè
En cuanto a los fragmentos del retablo, provienen de una donación que el año pasado hicieron los Amigos del Museo de Arte. De estas piezas destacaban dos, un pináculo y una figura del guardapolvo, que son las que ahora se han incorporado a la exposición permanente de la sala 9.
La figura, de casi 123 centímetros de altura y unos 90 de anchura, es obra del escultor Pere Robredo (que estuvo instalado en Girona entre los años 1507 y 1512). Formaba parte de uno de los laterales del retablo, llamados guardapolvo o pulseras, que rodeaban la obra a modo de marco. Los guardapolvos de los laterales estaban dedicados a la iconografía del árbol de Jessè, que representa la genealogía de Jesucristo desde Jessè, padre del rey David. Esta temática servía para reforzar el enlace entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. “El fragmento, que muestra a un personaje coronado llevando una maza en la mano, correspondería a uno de estos reyes de la dinastía, aunque no es posible identificar cuál“, explica el Museo de Arte.
En paralelo a la incorporación de estas piezas, el Museo de Arte también ha renovado la sala 13, un espacio dedicado al descubrimiento del proceso pictórico, donde los visitantes pueden aprender sobre los procesos de preparación (soportes, técnicas, etc.) y el origen natural de los pigmentos.