La activista y exalcaldesa de Barcelona, Ada Colau, fue la protagonista del acto “Retos del municipalismo transformador”, celebrado este jueves en L’Escorxador de Vilafranca y organizado por Vilafranca en Comú, en el marco del ciclo de charlas ‘Un mundo en llamas’.
El acto, abierto a toda la ciudadanía, contó con una asistencia numerosa y un amplio turno de preguntas, y se convirtió en una reflexión profunda sobre el futuro de la democracia local, la vivienda y la fuerza de la comunidad.
Colau inició su intervención haciendo memoria de los orígenes de Barcelona en Comú, recordando que nació como un movimiento impulsado por personas no provenientes de la política institucional, pero con una clara voluntad de cambio.
“Queríamos transformar Barcelona desde un proyecto colectivo, compartido con la ciudadanía, con valores claros y con objetivos concretos”, afirmó. Relató momentos difíciles como el atentado de la Rambla, que calificó de “durísimo a nivel personal”, pero también destacó cómo aquel momento mostró la fuerza de la ciudad: “Barcelona demostró que no dejaría que su modelo de vida fuera roto”.
El primer mandato permitió demostrar la viabilidad de un proyecto popular al frente de una gran ciudad, mientras que el segundo mandato, según Colau, fue clave para consolidar políticas estructurales en vivienda, igualdad y espacio público. Sin embargo, reconoció que “todavía queda pendiente actuar sobre las estructuras más profundas del sistema”.
Uno de los temas centrales del acto fue la vivienda. Colau afirmó que “hace falta un cambio en las reglas del juego” y propuso reformas concretas, como una fiscalidad más exigente para grandes propietarios y promotores, y la necesidad de preservar el suelo y las viviendas construidas con ayudas públicas como bien común y no como activo especulativo.
Respondiendo preguntas del público, defendió el papel fundamental de los ayuntamientos y pidió más confianza por parte del Estado: “La gestión municipal es más próxima, conoce mejor el territorio y puede ser más eficiente que la de las administraciones superiores”.
También propuso superar la mirada barcelonacéntrica: “Tenemos que dejar atrás la confrontación entre la gran ciudad y el resto del territorio. Demasiado a menudo Barcelona ha actuado con arrogancia. Ahora hay que construir una nueva relación basada en la colaboración y el aprendizaje mutuo. Por eso son fundamentales las redes municipalistas”.
Colau señaló que las élites políticas y económicas aún hoy ven los proyectos como el suyo como una amenaza. “Vamos a ser víctimas de ataques constantes, por ejemplo, del Grupo Godó. Y, en cambio, a nivel internacional nos reconocían como modelo”. Denunció que la oligarquía “controla los medios de producción y comunicación como en el feudalismo” y que hay que plantarle cara con valentía: “Ya lo hemos hecho antes. Imaginemos lo que tuvieron que afrontar nuestros padres y abuelos. Ahora nos toca levantar la cabeza”.
Otro de los momentos más destacados fue su defensa de la crítica social y la tensión democrática como motor de cambio. “Que haya discusión no nos tiene que hacer miedo. Es básico. Ante los grandes especuladores o de la mafia del agua, todavía suerte que tenemos movimientos sociales que presionan. Los necesitamos más que nunca. En cambio, a los socialistas eso les incomoda”.
Colau destacó también que la participación política debe ser central: “Tenemos más fuerza de lo que nos pensamos. Y nos han hecho creer que no tenemos. Pero hay una mayoría social, en todo el mundo, que quiere vivir con dignidad, en paz y con justicia social. Siempre es la hora de los Comunes”.
En una última reflexión, apuntó que la izquierda debe ganar la batalla cultural y comunicativa: “Cuando la gente es protagonista, se desvanecen los prejuicios y las fake news se desactivan. El municipalismo es una herramienta muy poderosa para ello” Finalmente, afirmó que “la derecha se ha apropiado del concepto de libertad, pero la libertad real es vivir con seguridad, derechos y felicidad. Esta debe volver a ser la bandera de la izquierda. Y debemos alzarlo con creatividad, convicción y alegría”.