Tras casi dos décadas de existencia, la Escuela Arquitecto Jujol dels Pallaresos ha anunciado su cierre definitivo al final de este curso escolar. Esta decisión se produce después de un largo periodo de lucha por mantener el centro abierto, en el que la disminución de la natalidad ha sido el factor decisivo. De las dos escuelas que existían en este municipio de El Tarragonès, sólo queda una: la escuela Sant Sebastià.
Con 130 alumnos que actualmente ocupan módulos provisionales, el centro ha sido un testimonio de la resiliencia de las familias, profesores y comunidad educativa, que durante los últimos años han intentado salvar el proyecto. Teresa Soria, presidenta de la AFA, afirma que “ha sido una batalla durante dos años”, y a pesar de los esfuerzos, “la continuidad de la escuela ha sido imposible”, según ha publicado 324.
Por su parte, Rocío Fernández, jefa de estudios del centro, subraya que “cerrar una escuela no es una decisión fácil” y añade que tiene una gran repercusión para la comunidad. Sin embargo, el cierre no ha sido vivido sólo como un adiós trágico. Tal y como explica al medio mencionado, el último curso ha sido vivido con una cierta “celebración”, porque la escuela ha contado con un proyecto sólido y una trayectoria que, a pesar de las dificultades, ha dejado huella.
Los alumnos, a pesar de la tristeza del cierre, han vivido la transición con una gran dosis de positividad, entre otros porque ya han iniciado el contacto con los futuros compañeros de la escuela San Sebastián, para hacer que el cambio sea lo menos impactante posible.
La Escuela Arquitecto Jujol fue fundada en el curso 2006-2007 para dar respuesta al aumento de la natalidad en el pueblo, en un contexto de crecimiento poblacional que hacía necesaria la creación de un nuevo centro educativo. Pero su nacimiento, como su final, ha estado marcado por la adaptación a unas condiciones difíciles. El centro comenzó en módulos provisionales, y aunque se proyectó una sede definitiva, la crisis económica hizo que el proyecto quedara en el olvido. En los últimos años, la falta de nuevos alumnos llevó a la desaparición progresiva de líneas educativas hasta que, finalmente, la última generación ha sido la que ha vivido el epílogo de esta historia.
