Un elegante apartament, un texto mordaz, una fiesta entre amigos que deciden sacar los trapos sucios de ayer y de hoy, una velada que se va de las manos hacia el desastre absoluto, una atmósfera de recreación puramente teatral ligada a un pasado exquisito, mucho jazz y un grupo de actores superbs son, sin más ni más, los ingredientes que incorporó la Sally Potter en su aclamada película y que Sergi Belbel ha llevado a la adaptación de esta comedia negra.
The Party es un ejemplo de alta comedia sin secretos superfluos o detalles innecesarios: conversaciones cruzadas entre amigos sobre dilemas vitales que giran en torno al eje crucial de las relaciones, la pareja y en definitiva el contrasentido de las cosas. ¿Os suena quizás, y mucho, a Woody Allen? Algo de eso hay…
Aunque los dramas y las picardías de los personajes responden principalmente a asuntos sentimentales, en The Party hay una gran carga de sátira social. La Sally Potter no se corta ni un pelo al criticar y hacer mofa de todo tipo de asuntos, desde el sistema sanitario, a la hipocresía de determinada especie de intelectuales y progresistas de profesión, personajes acomodados que, a la hora de la verdad, son todo lo contrario de lo que hacen ver a los demás (e incluso a ellos mismos).
Una de las protagonistas de la obra, acaba de ser nombrada ministra del Gobierno y por este motivo varios amigos se reúnen en una fiesta para celebrar su nombramiento. Pero, lo que empieza como una celebración acabará en una batalla campal. Esta celebración doméstica da pie a la catarsis moral de sus ambiguos personajes.
La obra habla de tantas cosas que (casi) acecha: de la necesidad de un buen sistema nacional de salud, de la peligrosa dicotomía entre sanidad pública y curanderismo; de la regeneración del cuerpo, de la fe religiosa, del ateísmo, de la conversión a la hora de la muerte; del capitalismo absoluto, de la mentira de los juegos financieros con un dinero que no está en ningún sitio; de los ideales relacionados con el corazón y las entrañas y no tanto con la cabeza, los del amor y el deseo; entre otros.
Y todo ello en casa de la recientemente nombrada ministra de Sanidad casada con un personaje en plena agonía física y existencial. Los temas pueden parecer de tragedia griega, pero es una comedia rabiosamente actual y contemporánea.