Un grupo de jóvenes jugando al fútbol en la plaza Corsini.
Se trata de una imagen recurrente en este punto céntrico de Tarragona y que a primera vez de ojo es incluso positiva.
¿Quién está en contra de que los jóvenes tomen las calles en lugar de quedarse en casa?
Sin embargo, la idílica estampa parece haberse convertido en un maldito para los restauradores de la zona y también por quienes tienen que atravesar la plaza en horas puntas.
“Hace meses que los niños juegan a balón en Corsini. A la gente le da miedo pasar“, asegura una de las comerciantes.
Según apunta, el esférico ha golpeado más de una vez a los clientes de las terrazas que ocupan buena parte de la plaza, los cristales de la oficina de Correos, las señales de tráfico o simplemente las personas que pasan por allí.
Preguntados por LA CIUDAD, los propios trabajadores de Correos confirman que deben arreglar los cristales “cada dos por tres” por culpa de las pelotas.
Además, se muestran preocupados por las posibles consecuencias de estos desperfectos. “Les avisamos siempre porque un día podemos tener una desgracia y que caiga encima de algún niño”, subrayan.
Más allá de los cristales, las fuentes consultadas explican que los niños incluso entran en sus instalaciones para jugar a hecho y esconder y consideran que deberían tener más espacios de esparcimiento para evitar estas situaciones.
“Hacen pelotazos en las terrazas, no piden perdón, se meten chulos y se encaran”
La presencia del fútbol preocupa especialmente a los responsables de los locales de restauración de la plaza, que afirman que la gente de las terrazas ha llegado a levantarse para marcharse.
De hecho, incluso se ha producido alguna pegada entre los chicos y los bares.
“Hacen pelotazos en las terrazas, no piden perdón, se meten chulos y se encaran.
Por ejemplo, el otro día cuando les recriminaron el balón respondieron: ¿qué me harás?
Soy menor “, relatan.
Según las personas consultadas, las llamadas al 112 son constantes.
Con todo, no siempre tienen un efecto sobre el foco del conflicto.
“La semana pasada aparecieron un día los Mossos, pero la Guardia Urbana viene cuando puede.
Además, cuando llegan ya se han marchado y tampoco hay ninguna normativa que sea que está prohibido jugar el balón”, apuntan.
La solución al problema deberá encontrar el equilibrio entre la convivencia con los vecinos y facilitar a los más jóvenes espacios públicos donde poder divertirse.