Se han iniciado unas obras en un solar a la entrada de Tarragona por la carretera del cementerio, concretamente el que se expande por la misma carretera, la plaza de Mossèn Perfecte Cabré y la calle Fra Antoni Cardona Grau.
Cabe remarcar que por este solar atraviesan las arcadas del acueducto de la Oliva, también llamada Mina del Arzobispo. Hace unas semanas la constructora Gicsa, que lleva a cabo las obras, inició el derribo de la antigua pared de obra, con escasas medidas de seguridad y obligando a los peatones a bajar al asfalto en algunos tramos de acera.
Cabe recordar que esta calle recibe bastante tráfico de entrada a la ciudad, proveniente de la A-7, hacia el Paseo Torroja. Pero, en las horas de entrada y salida del colegio San Pablo se llega a colapsar con el aparcamiento indebido de padres y madres, precisamente en este tramo de calle.
TRES PALMOS DE ACERA
Tras derribar el muro de obra que cerraba el solar, éste se ha perimetrado de nuevo con vallas metálicas, con la intención de iniciar las obras. El problema es que la colocación de estas vallas ha dejado la acera (ya de por sí estrecha) con una anchura de unos escasos tres palmos.
Una persona pasa muy justa, junto a los coches. Pero si se cruzan dos o más personas, es obligado bajar al asfalto, con el evidente peligro para la integridad física de los peatones. Cuando hay coches que van a la escuela, aparcados indebidamente, la cosa se complica aún más.
La parte viaria de calle es ancha, y se podría haber habilitado, por ejemplo con separadores New Jersey, un espacio para que los peatones pudieran pasar seguros y con una cierta comodidad.
Esperamos que el Ayuntamiento tome nota y emprenda las medidas necesarias para corregir la peligrosa situación. No queríamos que nadie tomara mal por una pésima planificación de obra.